El obispo fue expulsado del territorio ruso el 19 de abril y embarcado en un avión con destino a Varsovia, sin que las autoridades ofrecieran ninguna explicación. El visado del prelado, de origen polaco, no había caducado.

El 7 de mayo, Joaquín Navarro-Valls, portavoz del Vaticano, protestó en un comunicado ante la ausencia de explicaciones que mantenía el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Desde entonces la Santa Sede no ha confirmado el que Rusia haya aclarado los motivos de la expulsión.