«Aliento el trabajo de los socorristas y espero en un rápido y generoso testimonio de solidaridad internacional para afrontar esta grave situación», afirmó al terminar de rezar la oración mariana del «Angelus» ante miles de peregrinos que soportaron en la plaza de San Pedro un calor abrasador.

El pontífice garantizó sus oraciones «por las víctimas, sus familiares, y todos aquellos que sufren las trágicas consecuencias de este seísmo».

El mismo sábado, Juan Pablo II había expresado su profundo pésame a los parientes de las víctimas y a las poblaciones damnificadas en un telegrama enviado al nuncio apostólico en Teherán, el arzobispo Giovanni Gaspari.

Según el último balance ofrecido este domingo por el Ministerio de Interior, el terremoto ha provocado 230 muertos, miles de heridos, miles de personas sin techo, e ingentes daños materiales en ocho provincias del norte iraní. El epicentro tuvo lugar en la provincia septentrional de Qazvin.