CIUDAD DEL VATICANO, 11 junio 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha nombrado al cardenal estadounidense James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, enviado especial para la Dedicación de la nueva catedral de la archidiócesis de Los Ángeles (EE.UU.), acto que tendrá lugar el 2 de septiembre.
Los Ángeles, archidiócesis de cuatro millones y medio de católicos, se quedó sin catedral cuando el Ayuntamiento de la localidad clausuró la antigua Catedral de Santa Vibiana en 1996 por haber sufrido daños irreparables en varios terremotos. Ninguna de las iglesias de la ciudad era lo suficientemente grande como para acoger las celebraciones propias de una catedral.
Dado que el terreno de ese templo era pequeño, la archidiócesis, guiada por el cardenal Roger Mahony, compró 5,53 acres céntricos de propiedad del Condado de Los Ángeles por un valor de 10,85 millones de dólares.
El nuevo emplazamiento es ideal. Se encuentra en un área elevada del Centro de Los Ángeles donde será vista por millones de personas cada año mientras conducen por la «Hollywood Freeway».
El proyecto total costará unos 163 millones de dólares, que han sido donados por fundaciones y por familias católicas
El arquitecto de la catedral es el español José Rafael Moneo, autor de un sorprendente diseño que utiliza la luz natural para iluminar toda la asamblea y el espacio de culto de la catedral. El plano interior de la nueva catedral es tradicional e innovador a la vez.
Tendrá un imponente presbiterio capaz de acoger a unos 350 sacerdotes en celebraciones destacadas. Una serie de capillas se alinearán en ambos lados de la catedral. Estarán abiertas hacia un espectacular ambulatorio, que rodea el interior de la catedral.
Un alto campanario de 150 pies de altura sostendrá 38 campanas que serán programadas para tocar himnos durante el curso del día, así como para llamar a las personas al culto.
La catedral se construirá con cemento especial con el objetivo de que dure por lo menos cinco siglos. Se basa en una nueva tecnología que protegerá la estructura contra futuros daños causados por los terremotos.
El alabastro será el material predominante para permitir el paso de luz natural dentro de la catedral, las capillas y en el ambulatorio. El techo de la catedral será de cobre.
La obra en su conjunto está considerada como el proyecto arquitectónico religioso más ambicioso de inicios de siglo.