Tim Lopes, de 51 años, periodista de la Red Globo, había desaparecido el 2 de junio cuando realizaba un reportaje sobre las fiestas funk con uso de drogas en Vila Cruzeiro, una favela de Río.
Uniéndose al dolor de la familia, monseñor Schei afirmó ante la prensa estar «profundamente consternado y triste por el cruel asesinato del reportero Tim Lopes. Me solidarizo con la esposa y familiares, y ofrezco al Señor fervorosas oraciones por su felicidad eterna».
«Lamento que las personas como él sean arrancadas de en medio de nosotros por su deseo y esfuerzo de erradicar el mal que campea alrededor» añadió refiriéndose al trágico desenlace.
El prelado ha reclamado a las autoridades la seguridad necesaria «para que los derechos más comunes y constitucionales no sean atropellados».