Hasta hoy, varios de los 50 estados de Estados Unidos no consideran esa condición mental como una justificación que evite la aplicación de la pena de muerte a reclusos con problemas mentales.
En su visita a St. Louis, Estados Unidos, el 27 de enero de 1999, Juan Pablo II se pronunció contra la pena de muerte afirmando: «La sociedad moderna tiene los medios para protegerse, sin negar definitivamente a los criminales la oportunidad de reforma».