MADRID, 20 junio 2002 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal Española elaborará un documento para condenar de manera «tajante y sin paliativos» el terrorismo.
El texto alentará a los católicos «a trabajar según sus posibilidades para eliminar esta lacra y consolidar la convivencia en la libertad y respeto de los derechos humanos», explica una nota de prensa publicada este jueves al finalizar la reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal española, celebrada en Madrid esta semana.
El comunicado revela cuatro criterios que guiarán la redacción de este documento y que publicamos textualmente:
«1º) La condena tajante y sin paliativos del terrorismo de ETA, que constituye un desprecio a la vida humana, don sagrado, y un atentado gravísimo contra el hombre, imagen del mismo Dios, en la línea de los numerosos pronunciamientos de la Conferencia Episcopal y de los Obispos. Dicha condena incluye asimismo a todos los que directa o indirectamente lo toleran, lo justifican o le dan cobertura.
»2º) El apoyo y cercanía de la Iglesia a las víctimas del terrorismo, a sus familiares y a los amenazados, viendo en ellos el rostro doliente de Cristo y alentando en esta tarea a las instituciones políticas y sociales.
»3º) El compromiso de la Iglesia en la eliminación del terrorismo desde el ámbito de su misión específica: invocando la ayuda de Dios, inculcando en la sociedad y particularmente en la juventud el sentido moral y la referencia a los valores cristianos y a la dignidad de la persona humana, y creando en ella espacios de diálogo, de convivencia y de fraternidad.
»4º) El estudio en profundidad de los orígenes, causas y consecuencias del terrorismo a partir de la Doctrina de la Iglesia».
Con este documento, la Conferencia Episcopal Española, según dice el documento «trata de contribuir a la paz en el País Vasco y en toda España sembrando la esperanza en los fieles católicos y en la sociedad en general».
Por último, la Comisión Permanente, «ante acontecimientos e informaciones de diverso tipo que han podido afectar a la confianza de los fieles católicos en la Iglesia y sus pastores, invita a todos a renovar el amor a la Iglesia, madre y maestra, sacramento y camino, siempre y para todos, del encuentro con Dios y de los hombres entre sí».
«Ella es además signo de la presencia de Cristo Resucitado y de la acción del Espíritu Santo a pesar de las deficiencias de todos sus miembros, pastores y fieles –concluye–. Invita, por fin, a éstos a fortalecer la comunión con sus pastores y a vivir con gozo, unidad y confianza su condición de hijos de la Iglesia».