ROMA, 25 junio 2002 (ZENIT.org).- En la República Democrática del Congo (ex Zaire), se está consumando una tragedia ante la indiferencia de la humanidad, denuncia en declaraciones a Zenit una de las autoridades morales más escuchadas del país, el arzobispo de Kisangani, monseñor Laurent Monsengwo Pasinya.
El presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM) constata que su país se está desangrando después de «cuatro años de una guerra para la división del país entre Ruanda, Uganda, y las tropas del actual presidente, Joseph Kabila».
Se calcula que tres millones de personas ya han perdido la vida. La última matanza tuvo lugar el 14 de mayo: 250 personas, todas civiles, fueron asesinadas en Kisangani, la tercera ciudad del Congo.
«Es un auténtico escándalo que en mi diócesis se cometan violaciones tan graves de los derechos humanos sin que nadie proteste», afirma el arzobispo.
«El mundo se obstina en seguir la política de compartir el poder con los señores de la guerra, olvidando que nuestra gente ya había decidido en 1996 lo que había que hacer: faltaban sólo tres meses para el referéndum constitucional y teníamos la certeza de que el presidente Mobutu Sese Seko, enfermo, estaba convencido de abandonar el poder».
«Y, sin embargo, cuando nos disponíamos a poner en marcha un proyecto justo y democrático, estalló en octubre de aquel año la guerra congoleña dirigida por Laurent Désiré Kabila», revela.
Según el arzobispo de Kisangani, «no faltan los medios para acabar con esta guerra, no faltan las decisiones ni las resoluciones de las Naciones Unidas para alcanzar el cese de las hostilidades, ni siquiera faltan exponentes políticos inteligentes, competentes, y responsables para gobernar el país; lo que falta es la voluntad política de aplicar las soluciones ya propuestas».
Sobre la posibilidad de dividir el país, monseñor Monsengwo considera que sería «una auténtica locura, un proyecto contra la voluntad del pueblo».
El presidente del Simposio de los episcopados africanos concluye afirmando que «la Iglesia católica congoleña es la única realidad nacional verdaderamente libre. Sobre ella se apoya el país en este momento de prueba».
El país africano cuenta con 53 millones y medio de habitantes, en su mayoría cristianos, de los cuales un 41% son católicos y un 32% protestantes. Los animistas representan el 11% y los musulmanes el 1,2% de la población.
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Jun 25, 2002 00:00