CIUDAD DE GUATEMALA, 12 julio 2002 (ZENIT.org).- Una de las más órdenes religiosas más pequeñas de la Iglesia espera que la canonización de su fundador por el Papa, a finales de mes en Guatemala, haga surgir nuevas vocaciones.
La Orden de los Hermanos de Belén, fundada en 1658 por el apóstol de los indígenas y esclavos de Antigua, la ex capital colonial de Guatemala, el hermano Pedro de San José Betancur, cuenta hoy con 15 religiosos, dos de ellos sacerdotes.
El Hermano Pedro --será el primer santo nacido en las Islas Canarias-- llegó a Antigua en 1651. Se hizo famoso por limpiar las heridas de los indigentes que encontraba en la calle antes de llevarlos al sanatorio a hombros.
Será declarado santo en una misa al aire libre en el Hipódromo de la Ciudad de Guatemala el 30 de julio. Este será el acto central de la visita de 24 horas del Papa al país.
La «fiebre del hermano Pedro» se ha extendido por todo el país. En su canonización se calcula la participación de medio millón de personas.
«Esperamos que haya gente que se una a nosotros después de la canonización», dijo fray Simeón Maldonado, uno de los cuatro frailes que viven en el monasterio de Ciudad de Guatemala. Los otros seis miembros de la orden viven en Tenerife (Islas Canarias, España), lugar de nacimiento de Pedro de Betancur.
Pedro empezó a estudiar para ser fraile franciscano en Antigua, pero sus condiciones de salud le llevaron a abandonar esta senda. Se entregó a los más necesitados y construyó un pequeño hospital donde acogía a los enfermos por la noche y enseñaba a los niños de día. Se dice que realizó decenas de milagros.
La orden llegó a tener 500 miembros y hospitales desde México hasta Argentina a principios de 1800, pero fue prohibida por la corona española en 1820, alegando que daba refugio a activistas independentistas.
La Orden Masculina fue restaurada por el sacerdote tinerfeño Fray Luis de la Cruz en 1984, después de que Juan Pablo II beatificara al fundador. Presentes en Tenerife y Guatemala, los religiosos se dedican al cuidado caritativo de enfermos y ancianos.
La Orden de las Hermanas de Belén logró sobrevivir y tienen ahora unas 800 religiosas en cuatro continentes, en especial en Colombia, India, Camerún y México.
Las religiosas trabajan en colegios y escuelas para niños pobres, hogares para niños y ancianos abandonados, parques infantiles, así como en obras misioneras dirigidas a indígenas y campesinos
Más de 300 religiosas, religiosos y laicos bethlemitas, estarán presentes en la canonización de su fundador, el momento más importante de su historia.
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Jul 12, 2002 00:00