«La vida social y económica normal se ve obstaculizada por la presencia de residuos bélicos explosivos», constató el arzobispo Diarmuid Martin, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas, al intervenir el 23 de julio en una reunión de un grupo de expertos gubernamentales sobre el argumento.
El encuentro tenía lugar en el marco de la «Convención sobre la prohibición o limitación del uso de algunas armas convencionales que pueden producir efectos traumáticos excesivos o indiscriminados».
«No hay ventaja alguna, ni militar ni de otro tipo, en no eliminar los residuos bélicos, mientras los riesgos humanitarios son muy elevados ya que ponen en peligro la vida de los más pobres, justo en el momento en que ven que ante ellos se abre un futuro con más esperanzas», afirmó el prelado irlandés.