CIUDAD DEL VATICANO, 1 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La liturgia debe estar «atenta a las expectativas de los fieles, pero también a las necesidades de los bautizados que no participan con regularidad en la vida litúrgico-sacramental», afirma una carta pontificia.
El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, hace esta afirmación en un mensaje enviado en nombre de Juan Pablo II a los participantes en la Semana Litúrgica de Italia que se cerró este viernes en Asís, en el que recuerda que la participación en la misa para todo bautizado es el «corazón» del domingo.
La gente, se puede leer en la carta, tiene «una gran necesidad de escuchar y de confrontarse, de referencias teológicas en las que anclar las opciones de la pastoral litúrgica; de sacerdotes –testigos del misterio– que se dejen guiar por el Espíritu y que tengan la necesaria competencia para seguir las normas litúrgicas y para aplicarlas en las concretas situaciones pastorales».
Al mismo tiempo, añade el mensaje pontificio, se necesitan «asambleas cristianas que vivan realmente el sentido de la participación, atentas a la animación y dispuestas a ofrecer un servicio litúrgico cada vez más adecuado y consciente».
En definitiva, aclara el texto, se necesitan «celebraciones capaces de superar los obstáculos de la dispersión, de la fragmentación de la comunidad, de la pasividad y de la indiferencia».
Por ello el Papa hace un «llamamiento a regresar a las raíces de la fe y de la misión de la Iglesia a través de una participación cada vez más consciente en la misa».
De este modo, la Eucaristía puede convertirse en «la fuerza de esa renovación espiritual que ayude a las comunidades diocesanas y parroquiales a celebrar con alegría el Misterio».
El Papa concluye haciendo una síntesis de su mensaje: «ligar» la Eucaristía «con la vida de la parroquia» y «valorar lugares, espacios y momentos de encuentro con el Señor hacia una liturgia que esté atenta a las expectativas de los fieles, así como a las necesidades de aquellos bautizados que no participan con regularidad en la vida litúrgico-sacramental».