NUEVA YORK, 13 septiembre 2002 (ZENIT.org).- «¡No nos envíen sus armas!», clamó el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, este viernes al dirigirse por primera vez a la Asamblea General de las Naciones Unidas, ante más de 150 jefes de Estado y de Gobierno.

«¡Eliminen sus mercados de droga y sus precursores químicos! ¡Ayúdennos con la interdicción aérea y el decomiso de la droga que navega por el Caribe y el Pacífico!», expresó el nuevo presidente.

Uribe Vélez informó que su Gobierno tiene la determinación de eliminar el negocio del narcotráfico pero que le pide al mundo un compromiso igual.

«No podemos continuar con decisiones y acciones a medias, tímidas. Mientras se divaga, el terrorismo siembra y trafica con más droga», señaló.

El Jefe del Estado contó cómo la semana pasada Carlos Enrique Arenas, piloto de la Armada Nacional, y su auxiliar, Roberto Enrique Guardo, desaparecieron en el mar y dejaron en la orfandad a sus pequeños hijos. El helicóptero que operaban cayó, luego de que interceptaron una lancha con más de dos toneladas de cocaína.

«Sacrificios como estos demandan el apoyo de todos los países para derrotar la droga, pues hasta ahora solamente hemos podido decomisar un 20 por ciento de la cantidad que sale de nuestro País», lamentó.

La intervención de Uribe duró cerca de 20 minutos y terminó con el aplauso de los delegados mundiales reunidos en la Asamblea General.

El arzobispo católico de Moscú clama ayuda

MOSCÚ, 13 septiembre 2002 (ZENIT.org). Publicamos el comunicado dirigido a las organizaciones rusas e internacionales de defensa de los derechos humanos y a todas las personas de buena voluntad lanzado por el arzobispo Tadeuzs Kondrusievicz, metropolita en Moscú, y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Rusia en plena oleada de expulsiones de sacerdotes católicos del país.