CASTEL GANDOLFO, 5 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II volvió a pedir este jueves «reaccionar» ante los intentos de excluir la aportación cristiana en la construcción de la Unión Europea, manifestando así la preocupación que le ocasiona este fenómeno.
«Es necesario reaccionar frente a la tentación de excluir la aportación del cristianismo en la construcción de la nueva Europa, porque quitaría importantes energías al proceso de fundación ético-cultural de la convivencia civil en el continente», afirmó el pontífice al recibir al nuevo embajador de Eslovenia ante la Santa Sede.
Es la segunda vez en una semana que el obispo de Roma hace un llamamiento en este sentido. Lo había expresado también el lunes pasado al recibir al nuevo embajador de Grecia.
Al encontrarse en la mañana de este jueves con Ludvik Toplak, de 60 años, ex rector de la Universidad de Maribor, el Papa recordó que «el patrimonio cristiano, que durante siglos ha sido el fundamento y sigue siendo el alma de la vida civil de Eslovenia, constituye una contribución válida para la consolidación en Europa de una civilización atenta a la comprensión mutua entre los pueblos».
A continuación hizo referencia implícita a la Convención europea, de la que debería surgir una posible Constitución europea, a la que no han sido invitadas las Iglesias y comunidades de creyentes.
«En el momento en el que se trata de edificar la «casa común europea» a través de instrumentos legislativos orientados a promover la unidad y la solidaridad entre los pueblos del Continente, es necesario prestar atención a los valores sobre los que se funda», advirtió.
«Es un dato innegable que la tradición de dos mil años de origen judeo-cristiana ha sido capaz de armonizar, consolidar, y promover los principios básicos de la civilización europea, arraigados en una pluralidad de culturas», constató el Santo Padre.
Esta tradición, aclaró, «puede seguir ofreciendo un precioso marco ético de referencia a los pueblos europeos».
«Por tanto –confesó–, la Santa Sede espera que, también en el futuro, sean salvaguardados la identidad y el papel de la Iglesia, pues siempre ha desempeñado una función determinante en la educación en los principios fundamentales de la convivencia civil, en el ofrecimiento de respuestas a las cuestiones básica concernientes al sentido de la vida, en la defensa y promoción de la cultura y la identidad de los diversos pueblos».
«La Iglesia católica no busca privilegios –concluyó–, sino que sólo busca cumplir con su misión a favor de toda la sociedad».
La exclusión de los representantes de las comunidades de creyentes de la Convención europea, presidida por el ex presidente francés Valéry Giscard d’Estaing, que comenzó sus sesiones de trabajo a finales de febrero pasado, ya había sido denunciada por el Papa Karol Wojtyla el 10 de enero en un discurso a todos los embajadores acreditados ante el Vaticano.