Empresarios católicos argentinos: La partidocraica destruye la democracia

BUENOS AIRES, 12 septiembre 2002 (ZENIT.orgAica).- La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) ha advertido ante la pérdida del Estado de derecho en Argentina, que está «destruyendo el sistema democrático», la confianza y la seguridad física.

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En un comunicado distribuido entre los medios de comunicación, los empresarios católicos denuncian en definitiva «la disolución sistemática y progresiva del sistema político-institucional-jurídico, acercando al país al umbral de la anarquía».

«El gobierno y sectores de la partidocracia política están destruyendo el sistema democrático –constatan–. Es imprescindible implementar la reforma política» que «permita construir una nueva forma de hacer política al servicio del ciudadano».

La ACDE subraya también el daño que provocan «las grotescas manipulaciones del sistema electoral para impedir una amplia y legítima renovación de la dirigencia».

Entre el 20 de diciembre de 2001 y el 2 de enero de 2002 se sucedieron cinco presidentes al frente de la nación argentina, se puso fin al régimen de convertibilidad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, se verificaron más de doscientos saqueos, y murieron unas treinta personas en enfrentamientos en las calles.

Desde la devaluación de enero, el peso argentino ha perdido más del 70 por ciento de su valor ante la divisa estadounidense.

Los empresarios cristianos aseguran que «es imprescindible reconstruir el sistema monetario, bancario y financiero y definir una política económica que brinde previsibilidad y permita reinsertar a nuestro país en el mundo».

No obstante, «cuando el país necesita mayor credibilidad», crece «la percepción de una mayor corrupción y una alarmante desconfianza en la autoridad política que debe llevar adelante el proceso de transición».

«Debemos establecer –añaden– reglas de juego claras y creíbles que permitan estimular la inversión, desarrollar la actividad emprendedora, generar empleo y potenciar el aprovechamiento de los recursos y las capacidades nacionales».

Por otra parte, la falta de seguridad física hace que «la población viva en el desamparo, la desprotección y la búsqueda de seguridad y justicia por ‘mano propia’».

La causa hay que buscarla en «la falta de capacidad y coraje para establecer políticas claras y coherentes para enfrentar la delincuencia», la «ineficacia de las fuerzas de seguridad», y «las reiteradas muestras de corrupción policial que dejan entrever fuertes redes de complicidad”».

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ZENIT Staff

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