GINEBRA, 15 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La última reunión del Comité Central del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), concluida el 3 de septiembre en Ginebra, espera haber dejado a las espaldas dos crisis que han puesto en peligro su futuro.
La superación de la crisis financiera por la que atraviesa esta institución, surgida en 1948, así como el papel que en la misma desempeñaban las Iglesias ortodoxas, se han convertido en sus dos desafíos prioritarios, como reconoce implícitamente el comunicado final del Comité Central.
El CMI se define así mismo como una comunidad de iglesias –actualmente 342– presente en más de 120 países de todos los continentes, y de casi todas las tradiciones cristianas. La Iglesia católica no forma parte del mismo por motivos teológicos (eclesiológicos) y estructurales. Mantiene, sin embargo, relaciones de diálogo y colaboración.
Crisis económica
En el informe económico presentado en Ginebra, se puso de manifiesto un déficit de unos 4 millones de euros en 2001. La causa de la crisis es la falta de apoyo económico por parte de más de la mitad de las iglesias que son miembros del Consejo.
En sus orígenes, el CMI ponía como condición a sus miembros una donación en proporción a sus propios recursos, pero nuca estableció una cuota. Esto permitió entrar a muchas Iglesias del tercer mundo, con donaciones muy bajas.
Desde sus inicios, casi el 96% del presupuesto del CMI proviene de 13 iglesias protestantes del norte de Europa, que ahora están sufriendo una disminución en sus propios recursos.
La crisis repercute en las actividades del Consejo. En 1990, tenía 359 empleados, ahora tiene 183 y pretende hacer recortes para llegar a 162 empleados, han informado representantes del Consejo. Esto implicará suspender buena parte de los nuevos proyectos.
El Comité Central, compuesto de 158 miembros, informó al final del encuentro de Ginebra que «las reducciones requerirán un importante reajuste de los costos de programa e infraestructura» y hace un llamamiento para que todas las iglesias sean conscientes de «la urgencia de la situación».
Divergencias entre ortodoxos y protestantes
La crisis económica es el síntoma de un malestar más profundo, que explica la falta de motivación de los miembros para colaborar económicamente.
En la familia protestante, por una parte, las iglesias que tienden más bien al fundamentalismo, no participan en el CMI ni demuestran el más mínimo interés por el ecumenismo.
Por otra parte, las Iglesias ortodoxas han aludido en alguna ocasión a la posibilidad de salir del CMI, si no se hacen cambios, debido a divergencias teológicas y eclesiológicas con las iglesias protestantes.
Un paso importante en este sentido fue dado por el Comité Central al anunciar el 2 de septiembre la renovación de «la estructura, el estilo y la manera de ser» del CMI para responder a las exigencias ortodoxas.
Esta renovación afecta tanto a la participación entre miembros de las diferentes iglesias en actos de culto, como a la participación en el proceso de tomas de decisiones en el CMI.
El informe de 35 páginas de la comisión que afrontó el tema recomienda que el Consejo decida las principales cuestiones por consenso y no por voto tradicional, en el que gana la mayoría.
Los delegados ortodoxos se han quejado por el hecho de que las denominaciones protestantes han crecido numéricamente a causa de su desintegración, sin cambar su representatividad en número de fieles. Las Iglesias ortodoxas en el Consejo son 21.
El informe pide también superar el término «culto ecuménico» cuando se refiere a la oración común de los miembros del Consejo.
Estos cambios propuestos para la vida de culto del CMI suscitaron reacciones apasionadas, según revela el mismo comunicado de prensa conclusivo de la reunión.
La obispa Margot Kaessmann de la Iglesia Evangélica de Alemania se lamentó de que las propuestas de culto en común dividieran el culto en experiencias «confesionales» e «interconfesionales».
El obispo Christoph Klein de la Iglesia Evangélica de la Confesión de Augsburgo de Rumania, consideró que la renovación «No es necesariamente un paso atrás por temor. Es más bien el resultado de un diálogo de amor, que aspira a ser un diálogo de verdad y de autenticidad».
El obispo Leonid Kishkovsky de la Iglesia Ortodoxa de los Estados Unidos de América también defendió las conclusiones, que se han realizado en un proceso de tres años.
El prelado explicó que, aunque ha participado en muchos cultos ecuménicos, no ha querido asistir a aquéllos que pudieran dar la impresión de que las iglesias ortodoxas y protestantes ya estaban unidas.
Para Kishkovsky, lo que el informe dice sobre el culto «es una propuesta para proteger un amplio espacio de culto ecuménico para todas las tradiciones».
El Comité Central es el órgano rector supremo del CMI durante el período entre las asambleas y se reúne cada 12 a 18 meses. Está encargado de dar seguimiento a las resoluciones de la asamblea, examinar los programas del CMI y supervisar su ejecución, y aprobar los planes de presupuesto del CMI.