Una familia misionera construye en Caracas «la ciudad de la esperanza» para marginados

VALENCIA, 10 octubre 2002 (ZENIT.org).- Una familia misionera del Camino Neocatecumenal con 12 hijos ha construido en los suburbios de Caracas, «La Ciudad de la Esperanza», un edificio de grandes dimensiones para acoger y formar a personas en situación de grave exclusión social, marginación y delincuencia.

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La construcción, inaugurada recientemente y primera de una serie que se irán levantando en el futuro, ha contado con la colaboración «moral y económica» de amigos, feligreses y empresarios, tanto de Venezuela como de España, según han indicado a la agencia AVAN los promotores de la iniciativa, el matrimonio formado por Francisco Bolinches y Pilar Babiloni, miembros del Camino Neocatecumenal, originarios de Valencia (España) y padres de doce hijos de entre 21 y 2 años de edad.

Desde que iniciaron su labor misionera con el sacerdote marianista Antonio Zubía en los cerros del extrarradio de Caracas en 1997, la criminalidad en la zona se ha reducido progresivamente de 57 asesinatos de jóvenes en aquel año, a ninguno en los meses transcurridos de 2002.

«Estas cifras han supuesto una inmensa curiosidad para la ciudad de Caracas, y hasta aquí han venido la prensa, la radio, y la televisión para informar de lo que está sucediendo», ha indicado Zubía.

«Al llegar aquí tuvimos que aprender a vivir en la misma precariedad que los demás y muchos nos preguntaban cómo podíamos pasar de lo mejor, que es Valencia, a lo peor que es lo que se vive aquí», ha añadido. Sin embargo, los cerros de Caracas, «que era una zona donde abundaba la delincuencia, la droga y la desilusión por la vida, empezaron a cambiar», ha dicho Zubía.

«La sonrisa asomó a muchas caras de niños y jóvenes; los padres reconocieron su error al no ocuparse de sus hijos, y los jóvenes descubrieron que no merecía la pena vivir sometidos a unos supuestos amigos que les llevaban a la cárcel o al cementerio», ha manifestado el sacerdote español.

«La Ciudad de la Esperanza», inaugurada ahora, cuenta con seis salones para la evangelización y ocho para actividades sociales como escuela de padres, orientación y ayuda a universitarios, refuerzo en los estudios para bachilleres. También en el propio edificio se imparten asistencias a miembros de asociaciones de Alcohólicos Anónimos y se han abierto aulas para niños sin escuela, biblioteca, clases de alfabetización de adultos, cursos de auxiliar de Preescolar, Auxiliar Administrativo, peluquería, inglés para niños y adultos, artes marciales y confección de ropa infantil. En la actualidad se programan nuevos cursos de computación y ayudantes de cocina.

«En una sociedad alejada de Dios cuesta entender esto, pero es nuestra experiencia y lo que vemos es que el contacto de estas gentes con su Palabra y la vida en Comunidad han derivado en unas familias más humanas, en un barrio alegre donde, por fin, se puede vivir», ha precisado el sacerdote.

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ZENIT Staff

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