En el desierto rocoso que rodea a la bíblica ciudad de Jericó, un grupo de jóvenes restauradores palestinos musulmanes iniciaron la recuperación de la sinagoga, en el lugar donde hace dos mil años estaba situada la aldea judía de Naaran.

El trabajo de los seis expertos en mosaico, originarios de Nablus, Tulkarem, Jerico y Belén, durará seis meses; el proyecto será financiado con 50.000 dólares por la Dirección General de Cooperación Cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano.

La obra ha sido confiada a la ONG CISS de Palermo, que se ocupa de los aspectos organizativos.

Dirige las obras Osama Hamdan, palestino con ciudadanía italiana, que hace dos años dio nuevo esplendor a la iglesia bizantina de Burkin, cerca de Jenin, en el norte de Cisjordania.

«Esta sinagoga forma parte del patrimonio cultural palestino y, por tanto, hay que conservarla con cuidado», aclara Hamdan.

La sinagoga de Ein Diuk se encuentra dentro de la zona A de Jericó, asignada por los Acuerdos de Oslo (1993) bajo pleno control palestino.

El descubrimiento del templo judío se remonta a septiembre de 1918, cuando un golpe de cañón, disparado por las baterías turcas instalas en la orilla del Jordán dejó al descubierto un pavimento de mosaico en excelente estado de conservación, cerca de la fuente de Al Diuk, que da nombre al lugar.

En los últimos años, las autoridades israelíes habían expresado preocupación por la suerte de la sinagoga y algunos arqueólogos israelíes se habían ofrecido a efectuar obras de restauración.