«La CNBB (Conferência Nacional dos Bispos do Brasil) –escribía Juan Pablo II el pasado febrero en una carta dirigida a monseñor Jayme Enrique Chemello, obispo de Pelotas y presidente de la CNBB– es una organización destinada a permanecer en el curso de la historia como instrumento de comunión afectiva y efectiva entre todos los Obispos y de eficaz colaboración con los Ordinarios diocesanos de cada Iglesia particular en la triple misión de enseñar, santificar y gobernar las ovejas del propio rebaño».
«Es cierto que desde el 14 de octubre de 1952 –continuaba el Papa–, la Iglesia en Brasil, fiel a su glorioso pasado, ha abierto surcos profundos de continuidad en la evangelización, en una mejor comprensión de las exigencias del crecimiento del Reino de Dios en este mundo».
«Continuidad con el pasado y apertura a los desafíos del futuro deberán ser las constantes de la «solicitud por todas las Iglesias» en que el Apóstol Pablo no dudaba en basar su «trabajo y fatiga» por el bien de todos nuestros hermanos en la fe (Cf. 2 Cor 11, 27-28), añadía.
«En la certeza del interés con el que sigo la solicitud pastoral de los venerables hermanos en el episcopado en este amado país –concluía su carta el Santo Padre– en el espíritu de sincera unión en la caridad con la que Cristo nos ha redimido, confío a la protección de Nossa Senhora Aparecida a los miembros de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, e invoco, en la gozosa celebración de su quincuagésimo aniversario, la luz del Espíritu Santo, para que guiados por Cristo-camino, en armonía con Cristo-verdad y confortados en Cristo-vida hagan brillar el rostro sin mancha de la Iglesia, Madre y Maestra».
Se han convocado tres días de celebraciones religiosas y culturales para señalar este aniversario. El presidente de la CNBB, monseñor Chemello, celebró una solemne Eucaristía en la catedral de Brasilia el lunes, junto a un importante número de cardenales, obispos y sacerdotes.
Este martes participaron los prelados en una sesión cultural en el Auditorium Ulisses Guimarães de la Universidad de São Paulo, mientras que el miércoles, en el marco de la entrega del premio Margarita de Plata –galardón instituido en los años sesenta por la propia CNBB destinado a las producciones cinematográficas nacionales que promuevan los valores humanos, éticos y espirituales–, se tenía previsto proyectar una película de la directora Erika Bauer sobre el obispo Helder Cãmara.
Monseñor Cãmara fue en calidad de primer secretario general de la Conferencia Episcopal su gran impulsor en los inicios.
Según el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, de los casi 168 millones de habitantes de Brasil en el año 2000, casi 144 millones eran católicos.