«Con toda la gratitud debida a las instituciones internacionales por todo lo que han hecho para detener la guerra y restablecer la paz –dice la Conferencia Episcopal de Croacia en su comunicado–, estamos preocupados por algunos procesos que no justifican las legítimas expectativas de que la verdad objetiva sobre la guerra y los sufrimientos de nuestra patria pueda salir a la luz en la posguerra».
«El individuo que se defiende a sí mismo –añaden– se encuentra tanto subjetiva como objetivamente en una posición diferente con respecto al que ataca».
«Si este aspecto es olvidado por los tribunales internacionales y nacionales, o no se tiene en cuenta de manera debida, da la impresión de que la víctima y el agresor son colocados al mismo nivel», añaden.
«Esto es inaceptable pues, entre otras cosas, produce desconfianza ante el Gobierno y las instituciones internacionales. No hay que olvidar que todo tribunal tiene también un objetivo pedagógico: desalentar las intenciones de quienes causan el mal y estimular las buenas intenciones».
«Una actitud injusta ante este problema siembra un sentido de impotencia y desconfianza», concluyen.
La guerra de independencia de Croacia de la antigua Yugoslavia comenzó en 1991. El acuerdo bilateral de paz entre Croacia y Serbia se firmó en 1994.