PORTO, 6 diciembre 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede hizo una dura condena de la violación de la libertad religiosa en Rusia y en otros países al intervenir este viernes en la reunión del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE).
Al tomar la palabra el arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, denunció que en países que forman parte de la OSCE este año «responsables de comunidades de creyentes, entre los cuales se encuentra un obispo católico, han sido expulsados del país en el que ejercían su apostolado o han sido impedidos para estar con sus fieles».
Se refería a la expulsión de monseñor Jerzy Mazur, obispo de San José en Irkutsk (Siberia oriental), y de otros cinco sacerdotes católicos de la Federación Rusa, sin que hasta ahora se haya dado una motivación oficial clara a estas medidas extremas.
Estas medidas, denunció el encargado de la Santa Sede para las relaciones con los Estados, son particularmente graves pues violan los acuerdos que este país ha suscrito al formar parte de la OSCE.
Monseñor Tauran denunció también las prácticas de otros países miembros de la Organización, como es el caso de Bielorrusia, que este año ha adoptado una de las leyes más restrictivas en materia religiosa del mundo.
«Estas actitudes –denunció–, adoptadas con frecuencia de manera arbitraria, manifiestan desconfianza por el hecho religioso, desconocimiento del papel de las religiones en la sociedad civil, una violación de los compromisos internacionales suscritos libremente y una discriminación para los creyentes».
«Cuando por motivos históricos una confesión es mayoritaria, y ciertos derechos y privilegios le son reconocidos, esto no puede tener lugar en detrimento de las libertades fundamentales de otras confesiones presentes sobre el territorio nacional», añadió.
«Esto sucede, por ejemplo, cuando una Iglesia reivindica el monopolio de la vida religiosa sobre el territorio nacional y reclama el apoyo del Estado para asegurarlo mejor», dijo.
De este modo, denunció, «los adeptos de otras religiones se pueden convertir en víctimas de una intolerable discriminación promovida por la ley y se amenaza la libertad de conciencia de ciudadanos, que tienen el derecho de cambiar de religión o de no tener ninguna».
El prelado se refirió también al desafío que plantea el terrorismo, el tráfico de personas humanas, la tolerancia y la discriminación, temas centrales de la reunión de los ministros de la OSCE, celebrada en Porto (Portugal).
La Santa Sede, aseguró, «no ha dejado de alentar y acompañar los esfuerzos de quienes tratan de erradicar las causas que se encuentran en la base de estas realidades que desfiguran a la persona humana y ponen en peligro la supervivencia de las sociedades».
«La pobreza, el desempleo, la falta de recursos culturales, crisis económicas y sociales -no resueltas –advirtió– son campos susceptibles de convertirse en gérmenes del virus del odio y de la barbarie, cuyos efectos devastadores están ante nuestros ojos».
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) es la organización regional de seguridad más grande del mundo, con 55 Estados participantes de Europa, Asia Central y América del Norte. Busca prevenir conflictos, así como gestionar crisis y promover la rehabilitación tras los enfrentamientos (http://www.osce.org).