ROMA, 25 febrero 2003 (ZENIT.org – Avvenire).- Lejos de grandes estrategias, introducir la meditación de la Biblia en todos los hogares sería un paso decisivo para la nueva evangelización.
Monseñor Carlo Ghidelli, obispo de Lanciano-Ortona y biblista, hizo esta propuesta el sábado en el XI congreso nacional del Apostolado bíblico de la Conferencia Episcopal Italiana.
En el encuentro –centrado en cómo «construir una comunidad de escucha de la Palabra de Dios»–, Rinaldo Fabris, presidente de la Asociación Bíblica Italiana, reconoció que entre los fieles se detecta falta de familiaridad con las Sagradas Escrituras e incluso una escasa «alfabetización» bíblica general.
De hecho, aunque por un lado se registra entre la gente la petición creciente de poseer una Biblia –junto al deseo sincero de adentrarse autónomamente en su interpretación–, por otro lado existe una «cierta resistencia comunitaria a la aproximación escriturística», añadió monseñor Ghidelli.
En el encuentro se indicó la importancia de actualizar el método de forma que se sepa prevenir el riesgo del intelectualismo en el acercamiento a los textos sagrados o una aproximación basada sólo en la sugestión de cierto resurgimiento bíblico que se detecta fuera de la Iglesia.
Al respecto, el director de la oficina catequística de la diócesis de Rímini –también miembro de la Asociación Bíblica Italiana–, Guido Benzi, subrayó la importancia de «no perder de vista que la Biblia, en cuanto a la voz de Dios que habla a su pueblo, debe ponerse en manos de todos, no sólo de unos pocos».
Sin embargo, también puntualizó que «hay que recordar a los fieles, pero especialmente a los no católicos, que la auténtica interpretación de las Sagradas Escrituras se da sólo en el interior de una dimensión de fe».
«Como decía San Agustín –concluyó–, la Escritura hay que leerla sentados en las rodillas de nuestra Madre, la Iglesia».