CIUDAD DEL VATICANO, 23 febrero 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este sábado al primer ministro británico Tony Blair buscar soluciones para la crisis iraquí que eviten «nuevas divisiones» a la comunidad internacional.

En el «coloquio cordial» --así fue definido por Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano, en un comunicado oficial-- «se habló de la compleja coyuntura internacional, en particular de Oriente Medio».

El comunicado vaticano publicado al final del encuentro reveló que durante la audiencia el Santo Padre auspició que, «en la solución de la grave situación en Irak, se haga todo esfuerzo para evitar al mundo nuevas divisiones».

A pesar del tenso clima creado en el escenario internacional por la posible intervención contra Irak, la audiencia ha sido calificada por los observadores como «histórica», pues era la primera vez que este Papa recibía al líder laborista desde que llegó al poder en mayo de 1997.

Tras el encuentro, que tuvo lugar en la biblioteca privada del Papa, Blair, anglicano, presentó al Papa a su esposa Cherie, católica practicante, y a tres de sus cuatro hijos --Euan de 19 años, Kathryn de 15, y Leo de 3--, todos ellos bautizados en el seno de la Iglesia católica.

A continuación, el primer ministro se entrevistó con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, quien estuvo acompañado por el arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario para las Relaciones con los Estados.

En los encuentros, el Papa y sus colaboradores confirmaron «la necesidad de que todas las partes interesadas en la conocida crisis iraquí puedan colaborar con la Organización de las Naciones Unidas y sepan utilizar los recursos ofrecidos por el derecho internacional para evitar la tragedia de una guerra que desde diferentes partes se considera todavía como evitable».

«Especial consideración se ha tenido por la situación humanitaria del pueblo iraquí, ya duramente probado por largos años de embargo», añade el comunicado.

Blair es considerado como el apoyo más grande con que cuenta Washington para una posible intervención militar contra Irak, materializado ya con más de 40.000 soldados desplegados en el Golfo Pérsico.

En esta decisión, el primer ministro se enfrenta a la posición de los dos líderes de la Iglesia de Inglaterra y de la Iglesia católica que el pasado 20 de febrero publicaron un documento en el que cuestionan la «legitimidad moral» de un ataque contra Irak.

Después de la publicación del comunicado vaticano sobre la audiencia, el portavoz oficial de Blair afirmó: «Reconocemos la preocupación del Papa y compartimos el deseo de evitar la guerra, pero en último término será una decisión de Sadam».

El portavoz añadió que Blair lanzará «una ofensiva final de paz por la paz» esta semana, pero insistió en que las resoluciones de las Naciones Unidas deben ser cumplidas con la fuerza militar si es necesario.

«Durante los encuentros, se dio también un intercambio de opiniones sobre el futuro Tratado Constitucional de Europa --concluye el comunicado vaticano--. Por parte de la Santa Sede se expresó el deseo de un reconocimiento explícito de las iglesias y comunidades de creyentes, así como un compromiso de la Unión Europea para mantener con ellas un diálogo estructurado».

En el tradicional intercambio de regalos, Blair entregó al Papa una reproducción del portal del número 10 de Downing Street y una imagen de santa Margarita de Escocia. El Santo Padre le entregó por su parte las medallas del Pontificado.