Nuncio en la ONU: Los Estados Unidos no están cerrados a la Santa Sede

ROMA, 4 marzo 2003 (ZENIT.org).- Los Estados Unidos no están cerrados a las posiciones de la Santa Sede que buscan construir la paz, afirma el nuncio de Juan Pablo II en la ONU.

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El arzobispo Celestino Migliore, nuevo observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, explica que el cardenal Pio Laghi, enviado especial del Papa para encontrarse con George Bush, explicará «la gran preocupación del Santo Padre por el riesgo que implica una solución con la fuerza de la crisis que tiene lugar en Irak».

«Y busca también conocer de la Casa Blanca, directa y detalladamente, cuál es su posición. Entrar en contacto inmediato ayuda a comprender mejor lo que ya se sabe», aclara en declaraciones concedidas este lunes al diario turinés «La Stampa» el pasado lunes.

El representante papal explica que la posición de la Santa Sede «no es de pacifismo, sino que quiere trabajar como artífice de la paz. Los problemas existen y hay que resolverlos –insiste–, pero no recurriendo a la guerra».

El nuncio apostólico critica las manipulaciones que la prensa italiana ha hecho de las declaraciones del portavoz de Bush, Ari Fleischer, sobre Juan Pablo II.

«En Washington nadie ha querido decir que el presidente Bush no escucha la voz del Papa. Bush la escucha, como escucha otras muchas y en el contexto democrático de expresión esta voz tiene su impacto», aclara.

Ante el periodista que le pregunta si existe «cerrazón estadounidense ante las posiciones expresadas por la Santa Sede hasta ahora sobre Irak», el nuncio apostólico responde: «No la veo. No hay».

El periodista pregunta por último cuál es la diferencia que se da entre la situación actual y la de la Guerra del Golfo de 1991.

«Se trata de situaciones diferentes –aclara el nuncio–. En aquellos tiempos estaba claro que no se habían agotado todas las posibilidades de intervención y que, por tanto, no estaba motivado el recurso a la fuerza, a la guerra».

«Hoy –sigue diciendo monseñor Migliore–, es algo diferente: quien se opone al uso de la fuerza se basa en motivos favorables a una intervención militar, en virtud de la necesidad del desarme de los arsenales de destrucción de masa».

«Además –concluye–, hace diez años el elemento de enfrentamiento entre culturas y religiones era menos evidente. No por casualidad Samuel Huntington escribió su ensayo sobre el choque de civilizaciones en 1993. Hoy, sin embargo, el riesgo es muy fuerte y está ligado a las consecuencias del ataque del 11 de septiembre de 2001 sufrido por los Estados Unidos».

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ZENIT Staff

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