ROMA, 9 marzo 2003 (ZENIT.org).- Si se lanzara una guerra contra Irak sin la aprobación del Consejo de Seguridad, las Naciones Unidas sufrirían un golpe del que no podrían recuperarse, afirma un representante de la Santa Sede.
«Se trata de un peligro gravísimo que la comunidad internacional no debería correr. Sabemos como fracasó miserablemente la Sociedad de las Naciones», advierte el arzobispo Renato R. Martino, presidente del Consejo para la Justicia y la Paz y observador permanente de la Santa Sede ante la ONU durante 16 años.
En una entrevista concedida este sábado a la agencia misionera Misna, explica: «En los periódicos he leído que se ha lanzado un ultimátum de diez días a Sadam Husein. Pero esa resolución no se ha sometido todavía al voto, y por tanto no tiene valor hasta que no haya sido aprobada».
¿Cómo salir de esta situación? Monseñor Martino responde: «Como ha dicho Hans Blix, los inspectores de la ONU necesitan al menos otros cuatro meses para terminar su trabajo».
«Por otra parte –opina–, Irak, gracias quizá a la fuerte presión ejercida por George W. Bush, está respondiendo a las exigencias de los inspectores que, según la resolución 1441 tienen el poder, una vez encontradas estas armas letales, de hacerlas inofensivas o de destruirlas».