ROMA, 13 marzo 2003 (ZENIT.org).- Si la Iglesia dejara de hablar de Cristo, «dejaría de existir», afirma un teólogo.
La provocación ha si lanzada por Severino Dianich, profesor de la Facultad Teológica de Italia Central, con sede en Florencia, al participar en un congreso sobre «El primer anuncio», celebrado en Roma por la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana para la Doctrina de la Fe.
«Entre los cristianos de hoy –denuncia Dianich– se da una difundida dificultad para definir el contenido esencial de la propia fe», en particular cuando se encuentran con no creyentes o con «cristianos en el umbral», es decir, los que se acercan de vez en cuando a la comunidad cristiana o permanecen al margen de la misma.
En su intervención, recogida por la agencia SIR del episcopado italiano, el teólogo constata que la Iglesia no puede vivir «si falta el acto comunicativo de la fe», si no «está orientada a los demás».
En este sentido, constata, es necesario aclarar dos prejuicios que se convierten en acusaciones contra los creyentes: la acusación de «intolerancia» por anunciar el Evangelio a quien no cree, y el conflicto que dura desde hace siglos entre la Iglesia y la sociedad moderna «liberal o democrática».
Para superarlos, en primer lugar, aclaró la diferencia entre «proselitismo» y «evangelización». La segunda, explicó, «se preocupa por el bien de la persona, independientemente de que ésta esté de acuerdo o en contra de la propuesta de fe».
Por lo que se refiere a la relación con la sociedad, en general, recordó que la Iglesia al anunciar el Evangelio está al «servicio global de las necesidades de la familia humana», lo cual significa que su acción no sólo va dirigida a los creyentes, sino que tiene en cuenta también a los no creyentes.