Juan Pablo II recuerda que vivió en carne propia el drama de la guerra

CIUDAD DEL VATICANO, 16 marzo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II sorprendió este domingo en su encuentro con los peregrinos al improvisar unas palabras en las que, al explicar su oposición a un ataque militar contra Irak, rememoró su experiencia personal de la guerra.

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«Pertenezco a la generación que vivió y que, Gracias a Dios, sobrevivió a la segunda guerra mundial», comenzó diciendo con voz particularmente clara.

«Tengo el deber de decir a todos los jóvenes, a los que son más jóvenes que yo, que no tuvieron esta experiencia –añadió–: «¡Nunca más la guerra!», como dijo Pablo VI en su primera visita a las Naciones Unidas».

«¡Tenemos que hacer todo lo posible! –siguió exclamando–. Sabemos bien que la paz a toda costa no es posible. Pero todos sabemos lo grande que es esta responsabilidad. Por tanto, ¡oración y penitencia!».

Uno de los periodistas que mejor conocen a Karol Wojtyla, Gian Franco Svidercoschi, autor del libro biográfico «Historia de Karol» (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid), sobre el que se está comenzando a girar una película, ha explicado a Zenit el contexto de la evocación histórica que hizo el pontífice.

«El Papa conoció en los años de aquel conflicto los peores horrores del siglo XX, los dos totalitarismos que han tratado de matar el ahombre y su alma. Y creo que por eso tiene una credibilidad particular cuando habla de paz», explica.

«Durante la ocupación nazi hizo una opción –recuerda–: participó en la supervivencia de su patria, entrando en la «Unia» («Unión»), asociación clandestina polaca».

«En este movimiento –sigue aclarando Svidercoschi, corresponsal en el Vaticano desde 1959–, había varias ramas: una era la de la lucha armada, otra era la resistencia clandestina cultural y de ayuda a los judíos».

«Karol Wojtyla optó por la segunda, en particular, por el teatro clandestino. Hizo la resistencia con la paz. Si hubiera sido descubierto haciendo teatro le hubieran encerrado en un campo de exterminio», aclara el periodista.

«Comprendía la difícil opción de sus amigos que combatieron por la paz, pero él hizo otra opción. No es, por tanto, un pacifista, sino un hombre de paz».

Significativamente, como el mismo Papa recuerda en el libro «Don y Misterio», que redactó en respuesta a preguntas presentadas precisamente por Svidercoschi, cuando fue ordenado sacerdote, una de sus primeras misas tuvo lugar en la catedral de Wawel en Cracovia para sus compañeros de resistencia en la «Unia» y del teatro rapsódico.

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ZENIT Staff

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