BOGOTÁ, 17 marzo 2003 (ZENIT.org).- La presidencia del episcopado de Colombia ha recordado que el país, aún «moralmente enfermo», puede aspirar a vencer sus dificultades porque ésa es la esperanza que Jesús suscita por medio de su espíritu.
El mensaje difundido el 12 de marzo con ocasión de la Cuaresma constata «el atropello permanente a la vida» que sufre el país, expresado en asesinatos, secuestros, terrorismo, propuestas legislativas que violan el derecho a la vida humana y narcotráfico.
«Son hechos –se lee en el texto– que manifiestan el deterioro moral y la pérdida de valores humanos indispensables para la subsistencia de la sociedad».
«Los tiempos que vivimos son tiempos difíciles», expresa la presidencia del episcopado colombiano. Sin embargo no se puede «sucumbir a las tentaciones del pesimismo, el miedo (…), la desesperanza», ni se puede renunciar a la posibilidad de un cambio.
«Y éste es justamente el mensaje de la Cuaresma: “Convertíos”, “Dejáos reconciliar con Dios” (II Cor. 5,20)», señala.
Es un contexto en el que «la Iglesia clama por la paz» –fundamentada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad– e insiste en la reconciliación y en el perdón, en el encuentro y el diálogo.
En esta tarea, «los católicos –subraya el mensaje–, al igual que todos los ciudadanos, estamos llamados a poner el bien común por encima de los intereses personales y de partido».
Igualmente, «estamos llamados a ejercer los deberes cívicos y políticos con responsabilidad, pues nadie puede ser indiferente ante la grave situación que vivimos y ante el futuro del país».
Además, «frente al espectáculo de la pobreza que afecta a gran parte de la población» y consciente de que esta época es «particularmente sensible a la tentación del egoísmo y la comodidad», el episcopado colombiano hace un llamamiento a la solidaridad a todos los católicos y hombres y mujeres de buena voluntad.
Se trata de que todos lleguen a compartir con alegría –incluso desde su pobreza— «con los hermanos pobres, con las víctimas de la violencia y el terrorismo, con los desplazados, con los excluidos y marginados».
«Jesús suscita en nosotros, por medio de su espíritu, la esperanza que no defrauda, es decir: la esperanza de poder vencer las dificultades», se lee en el mensaje de Cuaresma.
«Así –continúa–, los sentimientos de frustración y de tristeza que hoy invaden a Colombia a causa de los graves problemas que pesan sobre ella, tendrán un sólido contrapeso en la firme esperanza que nos viene de la Resurrección».
«Cuando sentimos que el mundo se derrumba, cuando se cierra sobre nosotros el horizonte de la paz, cuando nos sentimos golpeados por la inseguridad, la pobreza y el conflicto armado, es cuando mejor podemos contemplar a Dios y descubrir que sus designios son designios de amor y de paz», afirma el texto.
El mensaje de la presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia con ocasión de la Cuaresma de 2003 lleva las firmas del cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado, Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja y vicepresidente del organismo y la del secretario, el obispo Fabián Marulanda López.
Se puede consultar el texto íntegro en la página web del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).