BAGDAD, 19 marzo 2003 (ZENIT.org).- Las iglesias de Irak quedarán abiertas para que las personas que lo necesiten puedan refugiarse en caso de bombardeos, anuncia monseñor Jean Benjamin Sleiman, arzobispo de los católicos de rito latino de Bagdad.
«La ciudad está muerta hoy», constataba este miércoles el prelado carmelita. «Hay un silencio artificial, muy poco tráfico, casi no hay actividad económica».
En vísperas del posible ataque estadounidense, monseñor Sleiman explica a la agencia misionera Misna que «muchos de nuestros fieles, que tienen raíces en el campo, han regresado a sus tierras. Han abandonado la ciudad, han escapado con todo lo que podían llevar. Quizá allí estén seguros. O al menos es lo que esperan».
«Las iglesias, sin embargo, quedarán abiertas, independientemente de lo que suceda, para garantizar en cualquier momento un refugio a todos», aclara.
«El gobierno ha dado raciones de comida –añade el arzobispo– de modo que, al menos por alguna semana, no debería haber problemas de alimentación».
«Quisiera decir al presidente George W. Bush: «La guerra hace daño también a quien la gana; la única victoria posible es la paz»».
«Todos somos en cierto sentido estadounidenses, como todos somos ciudadanos del mundo. Yo amo ese país y ese pueblo y quisiera que entendieran lo que están a punto de hacer», concluye.