La Iglesia en Venezuela, perseguida junto a la sociedad civil (II)

Denuncia del presidente de la Conferencia Episcopal

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LA LAGUNA (TENERIFE), 15 mayo 2003 (ZENIT.org).- La democracia en Venezuela ha sufrido un serio revés, constata en la segunda parte de esta entrevista concedida por el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.

En estas respuestas, monseñor Baltazar E. Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, ofrece detalles hasta ahora inéditos sobre la relación de la Iglesia católica con el gobierno del presidente Hugo Chávez.

–¿Está en peligro la democracia en Venezuela?

–Monseñor Porras Cardozo: Es bien complicado en Venezuela en estos momentos hablar de la existencia de una democracia en el sentido tradicional o normal. Cuando el presidente pide que le den permiso para poder retirarse en el 2021, ¿cuál es el mensaje subliminal? No hay una referencia institucional que permita decir que las cosas se manejan como se manejan en una sociedad democrática. Todas las instituciones judiciales, todos los poderes públicos están secuestrados y están secuestrados por el Ejecutivo. ¿Dónde se ha visto que sea un presidente de la República quien dé órdenes al poder judicial? Y esto pasa todos los días.

–Y, además invocando el nombre de Dios. Hemos escuchado en muchas ocasiones esa referencia de labios de Chávez.

–Monseñor Porras Cardozo: De él y de todos los miembros del Gobierno. Desde la Independencia Venezuela ha sido más bien un país laicista, positivista. Las autoridades, incluso aquellos que han sido católicos practicantes, se cuidaban de manifestar públicamente su fe, aunque no la negaran. Pero ahora uno ve que todo el mundo en el gobierno, y también fuera del gobierno…, todos son católicos. Todos dicen que fueron monaguillos o que estudiaron en colegios católicos. Creo que es un signo del tiempo que estamos viviendo: el uso y abuso de los signos religiosos; el uso y el abuso del lenguaje moralizante por parte de los gobernantes. Hay una frase interesante de Adela Cortina en la que dice: a los gobernantes no se les pide que sean moralistas, sino que actúen con honradez y moral. Y esto creo que es una gran verdad: cada quien a lo suyo. Creo que a muchos de los líderes políticos de América Latina les haría mucho bien el darse cuenta de que el buen político no es el que sabe jugar con las verdades a medias, sino que la verdad y la trasparencia debe ser una calidad de todo servidor público.

–¿No han recibido promesas del gobierno de mayor bienestar si se pliegan a sus exigencias?

–Monseñor Porras Cardozo: Sí, se han dado casos. Recién electo este gobierno, en una de las primeras reuniones que mantuvo con la presidencia de la Conferencia Episcopal, el presidente Chávez nos dijo: les propongo que me den los nombres de dos o tres curas, de dos o tres obispos, para que sean ministros. Y díganme de qué quieren que sean ministros. A mí me tocó contestarle para explicarle que nosotros no estamos buscando ningún cargo y que no es nuestro papel. «Piénsenlo», nos dijo. «No tenemos que pensarlo», respondimos.

Luego nos dijo: «como estoy convocando una Asamblea Constituyente, yo puedo hacer una Constituyente con 60 militares y 40 curas. Denme los nombres de 40 curas y hacemos la Constituyente».

Le respondí: «Presidente, ¿usted cree que con los 60 mejores militares, lumbreras en todos los órdenes, y con 40 sacerdotes, que sean el no va más, se puede hacer una Constitución? ¿De quién somos representantes los militares y los curas? ¿Con qué derecho podemos ser representantes de los periodistas, de las amas de casa, de los empresarios, de los obreros…?».

Es algo indicativo de la mentalidad totalitaria.

–¿Hubiera sido fácil vivir mejor?

–Monseñor Porras Cardozo: Gracias a Dios las relaciones entre obispos, sacerdotes y laicos en torno a esto es profunda. Lo que buscamos no es buscar la tajada que nos toca, sino el bien común de Venezuela.

–Los católicos del país, ¿entienden esa postura?

–Monseñor Porras Cardozo: La gran mayoría sí. Creo que se ha dado un proceso de fanatización de unas minorías, tanto en el gobierno como en la oposición, que quisieran llevarnos por otra vía. Pero uno no puede permitir que una sociedad sea conducida por los fanáticos, los extremistas.

–Ser periodista en Venezuela se ha convertido en una aventura. La Iglesia de Venezuela tiene medios de comunicación. ¿Pueden expresar libremente su voz?

–Monseñor Porras Cardozo: Es otro de los elementos característicos del país. A través de los medios se puede decir lo que se quiera. El problema está en saber con qué medios lo dices. Hasta ahora no se han cerrado medios, a excepción de algún día. Pero, cuando uno publica algo que no gusta, recibe una llamada de alguien importante del Gobierno o la visita de una serie de organismos…, revisiones incesantes, acoso a los periodistas. A veces de manera directa –y ha salido en los medios de comunicación–, otras veces los periodistas reciben llamadas, o llaman a sus esposas o familiares. Dado que no tienen a quien recurrir o reclamar, a excepción de los organismos internacionales, es importante que los países del extranjero sepan cuál es la situación.

–¿Y cómo es esta situación?

–Monseñor Porras Cardozo: Es importante darse cuenta de que Venezuela no es un caso aislado. En Venezuela se está gestando un proyecto al que Venezuela le queda pequeño. Tiene visos de ser un proyecto que en un primer momento es continental y después mundial. De hecho, lo que la OPEP ha realizado en estos últimos años va por esa línea, o los contactos con el «Bloque de los 72». El hecho de que se llame un Proyecto Revolucionario Bolivariano, no es por un simple afán de exaltación de Simón Bolívar, sino porque esto permite un enclave con los grupos guerrilleros colombianos, que se llaman también bolivarianos, con ciertos grupos indigenistas de Ecuador, de Bolivia… Se trata de un proyecto que quiere ser alternativo ante los imperialismos del Primer Mundo, de Estados Unidos y Europa. Es una mezcla bien curiosa y explosiva, en la que hay populismo, militarismo, totalitarismo, marxismo trasnochado, y otros «ismos». Por eso es importante desde la fe, y desde nuestro papel religioso, el que los creyentes tengamos bien claro los valores por los que trabajamos, servimos, para no pecar de ingenuos.

–¿Dónde está la esperanza de Venezuela?

–Monseñor Porras Cardozo: En las reservas morales del pueblo venezolano, que están en su substrato espiritual, que fundamentalmente es católico. Con sus luces y sombras, sus valores permiten esperar. Y lo digo ahora, que estamos en pleno período de Pascua. Es también la esperanza de la evangelización, pues si la mitad de los católicos están en nuestro continente, no es para enorgullecernos, sino para ser evangelizadores. Esa es la verdadera comunión de los santos.

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ZENIT Staff

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