RIJEKA, 8 junio 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este domingo apoyo efectivo a la familia como condición indispensable para superar la fragmentación social típica de las sociedades contemporáneas, y en particular de la croata.
Al celebrar la misa de Pentecostés junto a 140.000 personas congregadas en la gran plaza de Rijeka, el pontífice centró su homilía en el tema central de su tercera visita a Croacia, viaje internacional número 100 de su pontificado: «La familia, camino de la Iglesia y de la nación».
«La familia requiere hoy, también en Croacia, una atención privilegiada y medidas concretas que favorezcan y garanticen su constitución, desarrollo y estabilidad», afirmó el pontífice durante la homilía, bajo un sol aplanador, en esta ciudad de la costa del Mar Adriático.
«Pienso, entre otras cosas, en el grave problema de la vivienda y en el del empleo», reconoció aludiendo al desempleo que en este país gira en torno al 22%.
«No hay que olvidar que ayudando a la familia se contribuye también a solucionar otros problemas, como por ejemplo la asistencia de los enfermos y ancianos, el freno ante la expansión de la criminalidad, un remedio al recurso a la droga», insistió el Santo Padre.
«Para que esto pueda tener lugar –insistió– es de fundamental importancia el respeto del carácter sagrado del día festivo, que permite a los miembros de la familia encontrarse y ofrecer juntos a Dios el culto debido».
Escuchaba al Papa el primer ministro croata Ivica Racan, en momentos en los que el mundo político y los sindicatos están discutiendo un proyecto que busca liberalizar el trabajo en el domingo. También estaba presente el presidente Stipe Mesic, que está siguiendo a Juan Pablo II en todos los actos públicos.
El pontífice brindó su apoyo al programa que lanzaron hace unos años los obispos católicos de Croacia: «La familia católica croata reza todos los días y el domingo celebra la Eucaristía».
En su saludo el arzobispo de la ciudad, monseñor Ivan Devcic reconoció que las familias croatas están atravesando «fuertes pruebas de naturaleza económica, moral y cultural» ante las que las autoridades deben ofrecer soluciones.
Ante esta situación, el Santo Padre pidió a las familias cristianas «proponer, ante todo con el testimonio de vuestra vida, el auténtico proyecto de Dios sobre la familia como comunidad de vida formada sobre el matrimonio».
Desmarcándose de la equiparación de las uniones de hecho a la familia, el matrimonio, el Papa aclaró, se basa en «la unión estable y fiel de un hombre y de una mujer, ligados entre sí por un vínculo públicamente manifestado y reconocido».
Asimismo recordó a los padres de familia que tienen la «responsabilidad de la educación humana y cristiana» de los hijos, «confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados».
«Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad», recalcó.
«La sociedad de hoy está dramáticamente fragmentada y dividida –reconoció el obispo de Roma–. Precisamente por esto está tan desesperadamente insatisfecha. Pero el cristiano no se resigna en el cansancio y la inercia. ¡Sed el pueblo de la esperanza! Sed un pueblo que reza».
En la tarde del domingo, en el seminario de Rijeka, antiguo «Estado Libre de Fiume», que perteneció a Italia hasta el final de la Segunda Guerra, Juan Pablo II recibió al primer ministro Racan.
A continuación debía visitar el Santuario de Nuestra Señora de Trsat, Reina del Adriático, donde según la tradición fue custodiada de 1291 a 1294 la Santa Casa de Nazaret, que después fue transportada a Loreto (Italia).
Juan Pablo II se despedirá este lunes de Croacia, desde el aeropuerto de Zadar, ciudad en la que antes presidirá la celebración de una Liturgia de la Palabra.