GINEBRA, 14 junio 2003 (ZENIT.org).- Este 12 de junio se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, organizado por la Organización Internacional del Trabajo. La OIT estima que 1,2 millones de niños son sometidos a tráfico cada año en trabajos explotadores en agricultura, minas, fábricas, conflictos armados o comercio del sexo.

En 1999, la OIT adoptó la Convención sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil (Convención No. 182). La convención, que entró en vigor en noviembre del 2000, pide a los países que emprendan acciones inmediatas para asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil. En menos de tres años, 132 países han ratificado la convención, convirtiéndola en la más rápida en ser ratificada en los 82 años de historia de la OIT. La OIT ha establecido un departamento para supervisar la convención, el Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil.

La aplicación de la convención 182 es responsabilidad de cada gobierno, que debe decidir cómo aplicar el documento ratificado. Pero existe una supervisión regular de la OIT, basada en los informes que cada país debe someter periódicamente sobre las acciones que lleva a cabo.

La OIT basa sus esfuerzos para eliminar el trabajo infantil en dos argumentos. El primero se basa en el respeto por los derechos universales de los niños. El segundo tiene que ver con los efectos nocivos del trabajo infantil sobre el desarrollo económico, especialmente por el desarrollo a largo plazo de capital humano.

Según la OIT, la pasada década ha visto un claro aumento en el trabajo forzado infantil. La principal causa de esto, según la OIT, es que es más fácil abusar de los niños y son menos capaces de reclamar sus derechos que los adultos. En consecuencia, se les puede hacer trabajar más horas de trabajo con menos alimento, pobres comodidades y ningún beneficio. Esto permite a sus explotadores tener bajos costes laborales.

En el otro lado de la ecuación hay muchos factores que animan a traficar con niños. Los más frecuentes son la pobreza y el deseo de ganarse la vida o ayudar a soportar la familia. Los conflictos políticos y los desastres naturales que devastan las economías locales también empujan a los niños al trabajo a edad temprana. Las actitudes culturales hacia los niños, y hacia las chicas en particular, en combinación con leyes locales inadecuadas, propician aún más el trabajo infantil.

Un fenómeno global
El tráfico internacional de niños está extendido. Los niños de Nepal y Bangladesh son llevados a India debido tanto a la proximidad como a la alta demanda de la industria del sexo. En África, niños de África occidental entran en Nigeria y también cruzan el país en ruta hacia Gabón, Camerún, Guinea Ecuatorial y Benín. Sudáfrica, la mayor economía de África, es destino y país de tránsito para niños del continente entero.

En Europa la combinación de la pobreza relativa en los países centrales y del este, y fronteras más abiertas, han conducido al tráfico de niños y adultos hacia y entre todas las naciones occidentales.

Es bien conocida la relación entre el tráfico y la explotación sexual comercial. Pero, nota el OIT, algunos estudios en Asia y en África central y occidental indican que se trafica con niños con frecuencia para explotarlos en el trabajo. Los colocan a menudo en trabajos domésticos explotadores; trabajos industriales sin regulación; obras de construcción; locales del sector de servicios tales como lavanderías o restaurantes; agricultura; o actividades de la calle como robos o mendicidad. Muchos niños con los que se ha traficado para explotación laboral pueden terminar posteriormente en el comercio del sexo, y viceversa.

El Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil estima que había cerca de 186 millones de niños trabajadores con edades por debajo de los 15 años en el mundo en el 2000. Cerca de 110 millones de ellos por debajo de los 12 años. Entre los niños en el abanico de edades más amplio de entre 5 y 17 años había cerca de 246 millones incorporados a la fuerza laboral. De estos, cerca de 171 millones se encontraban en situaciones o condiciones peligrosas. En porcentaje, hay más niños que niñas implicados en el trabajo infantil, tanto en términos absolutos como relativos.

La OIT admite que superar la explotación de menores es una tarea compleja. El informe publicado por el Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil sobre su labor a lo largo del año pasado explicaba que el trabajo infantil no se puede eliminar de forma sostenible sin afrontar con efectividad otros dos importantes problemas: la falta de una educación accesible y de calidad, y la ausencia de puestos de trabajo u otras fuentes de suficiente renta para los padres.

«Actualmente hay una amplia aceptación de que, en ausencia de una perspectiva orientada al desarrollo al tratar el problema del trabajo infantil, la acción para eliminarlo se arriesga a ser parcial, fragmentada y, en última instancia, inefectiva», indicaba el informe.

El factor desarrollo es especialmente importante en África. «Para muchas familias pobres que viven en estos países», observaba el informe, «la elección entre enviar a un niño a trabajar o a la escuela es simplemente una cuestión de supervivencia». El Programa Internacional estima que, en términos relativos, África tiene la más alta proporción de niños trabajadores, con cerca de uno niño de cada tres con menos de 15 años económicamente activo.

Informe de Estados Unidos sobre trabajo
El 1 de mayo el Departamento de Trabajo de Estados Unidos hacía público su segundo informe anual sobre las peores formas de trabajo infantil en 146 países y territorios que reciben beneficios comerciales de Estados Unidos. Bajo el Acta de Comercio y Desarrollo del 2000, algunos países y territorios que reciben beneficios comerciales de Estados Unidos deben implementar sus compromisos internacionales para eliminar las peores formas de trabajo infantil.

El Departamento de Trabajo afirmaba que 82 países están colaborando con la OIT para eliminar el trabajo infantil. Algunos países han comenzado Programas de Límite-Tiempo en algunos sectores. Estos programas apuntan a prevenir y eliminar todas las incidencias de las peores formas de trabajo infantil durante un periodo definido, normalmente de 5 a 10 años.

A pesar de estos esfuerzos el informe observaba: «Sigue habiendo importantes problemas en la disponibilidad de muchos gobiernos para cumplir los compromisos de eliminar las peores formas de trabajo infantil». Además del obstáculo de la pobreza, el Departamento de Trabajo observaba que la naturaleza oculta de las peores formas de abusos, tales como el trabajo forzado y la explotación sexual, hace difícil la regulación y procesamiento de las actividades. Por otro lado, mucho del trabajo que realizan los niños tiene lugar en el sector informal, en casas privadas o en granjas, donde los funcionarios del gobierno encuentran difícil hacer cumplir las restricciones.

Asimismo, la falta de recursos financieros y humanos también obstaculiza la capacidad de los funcionarios gubernamental para llevar a cabo las normas contra las peores formas de trabajo infantil. En algunos países, la inestabilidad política, el clientelismo y la corrupción en los gobiernos hacen que leyes buenas y recursos adecuados se vuelvan ineficaces.

Del 20 al 23 de mayo la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa reunió un foro en Praga, República Checa, con el título: «Tráfico de Seres Humanos, Drogas y Armas Ligeras». En un discurso el 20 de mayo en representación de la Santa Sede, monseñor Ettore Balestrero indicaba: «Traficar con seres humanos, drogas y armas ligeras constituye una dura ofensa contra la dignidad humana, y es una gravísima violación de los derechos humanos fundamentale s. ¿Quién puede negar que la mayoría de las víctimas del tráfico son los más pobres y los más indefensos de nuestros hermanos y hermanas?».

El prelado hacía notar que muchas congregaciones religiosas y organizaciones católicas «están fuertemente volcadas en la lucha contra estas plagas y sus implicaciones humanas, culturales, sociales y económicas». También pedía una mayor solidaridad entre las naciones para combatir estos abusos. Muchos problemas claman para que se les preste atención en el mundo de hoy, pero la explotación de millones de niños es seguramente uno de los más urgentes.