CIUDAD DEL VATICANO, 19 junio 2003 (ZENIT.org).- El próximo domingo, en el marco de su viaje a Bosnia-Herzegovina, Juan Pablo II proclamará beato en Banja Luka a un laico fallecido a los 32 años de edad, Ivan Merz, intelectual y educador de la juventud.
El itinerario espiritual de Ivan Merz fue singular, especialmente en la primera fase de formación: sin vivir en un entorno de familia, sin noviciado ni seminario, sin ni siquiera una guía espiritual estable, encontró por sí mismo el camino a la santidad.
Por este motivo, ha sido definido como un «fruto espiritualmente espontáneo», donde la presencia de la Gracia queda demostrada.
El venerable Siervo de Dios Ivan Merz nació en Banja Luka, el 16 de diciembre de 1896. Allí estudió hasta que en 1915 –tras un breve período en la Academia Militar de Wiener Neustadt– se matriculó en la Universidad de Viena, con la intención de llegar a dedicarse a la educación de los jóvenes en Bosnia.
Seguía así el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, a quien siempre agradeció haberle ayudado a descubrir la riqueza de la fe católica.
En marzo de 1916 fue reclutado en el ejército y enviado al frente italiano, donde pasó la mayor parte del tiempo entre 1917 y 1918.
La experiencia de la guerra contribuyó a su rápida maduración espiritual. Indignado por los horrores que había presenciado, puso su destino en manos de Dios y se propuso tender con todas sus fuerzas a la perfección cristiana.
Tras la guerra, reanudó sus estudios en Viena y posteriormente se trasladó a París, donde preparó su tesis doctoral –«La influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días»– con la que obtuvo en la Universidad de Zagreb el doctorado en Filosofía.
Durante el resto de su vida fue profesor de lengua y literatura francesa y alemana en esta última ciudad cumpliendo con ejemplar dedicación sus deberes de estado.
El joven Ivan Merz fue pionero de la Acción Católica según las directivas del Papa Pío XI, a fin de formar una elite de apóstoles que trabajaran en la «renovación de todas las cosas en Cristo». También fue pionero del movimiento litúrgico en Croacia, emprendiendo iniciativas con las que anticipaba las directrices del Concilio Vaticano II.
Se convirtió además en el alma del movimiento juvenil de las «Águilas», por el cual ofreció su propia vida en el lecho de muerte.
Falleció en Zagreb el 10 de mayo de 1928 con fama de santidad. Sus restos mortales se encuentran en la Basílica del Sagrado Corazón en Zagreb, donde en los últimos seis años de su vida participaba en la Eucaristía.
En 1958 se inició en Zagreb el proceso para su beatificación. El 20 de diciembre de 2002, en presencia de Juan Pablo II, se promulgó el decreto de reconocimiento del milagro atribuido a la intercesión del joven croata, que abría las puertas a su beatificación.
El milagro atribuido a su intercesión, presentado a la Congregación para las Causas los Santos, fue experimentado por Anica Ercegovic, nacida el 5 noviembre 1905 en Gradusa na Savi, en la parroquia de Sujna –archidiócesis de Zagreb–, quien quedó curada instantáneamente de una tuberculosis pulmonar en julio de 1930 mientras oraba ante la tumba de Ivan Merz.