Tras la guerra, en Bosnia-Herzegovina sólo queda la mitad de los católicos

ROMA, 19 junio 2003 (ZENIT.org).- El cristianismo llegó a Bosnia-Herzegovina, país que Juan Pablo II visitará este domingo, en tiempos de los apóstoles, según constata un informe publicado con este motivo por Ayuda a la Iglesia Necesitada.

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En su segunda carta a Timoteo, el apóstol Pablo escribe que su alumno Tito ha viajado a Dalmacia, una zona que abarcaba gran parte de la Bosnia-Herzegovina actual.

En el siglo VI había al menos cuatro diócesis en este territorio, pero a causa de la llegada de los bárbaros, el Cristianismo desaparece prácticamente hasta que la región experimenta una nueva cristianización, aunque tan sólo en el siglo XI se vuelven a erigir algunos episcopados.

Los Frailes de la Orden de los Predicadores (dominicos) llegaron a este territorio poco después de la fundación de su orden y se quedaron hasta el siglo XIV. A partir de 1291 se unieron a ellos los Frailes Menores (franciscanos), que en el siglo XIV tomaron las riendas de la Iglesia.

Tras la conquista turca de Bosnia (1463) y Herzegovina (1482), la situación de la Iglesia empeoró notablemente. A partir de 1735, Bosnia (a excepción de Trebinje) cuenta con un vicario apostólico, y a partir de 1846, hay uno para Bosnia y otro para Herzegovina.

Bajo los otomanos, los católicos se vieron expuestos a menudo a la persecución. Una pequeña minoría se convirtió al Islam al tiempo que otomanos acogían a colonos ortodoxos del Este, contribuyendo así a cambiar el mapa confesional del territorio.

Tan sólo tras finalizar el régimen turco y ya bajo el poder austrohúngaro (1878), fue posible restablecer la jerarquía eclesial en Bosnia-Herzegovina . En 1881, el Papa León XIII creó la provincia eclesial de Vrhbosna, a la que pertenecían la archidiócesis de Vrhbosna (con sede en Sarajevo) y la diócesis de Mostar-Duvno (con sede en Mostar) y la de Banja Luka. A ellas se une, en 1890, la diócesis de Trebinje, que administra desde entonces el obispo de Mostar en calidad de administrador apostólico.

Bosnia-Herzegovina cuenta desde 1994 con una Conferencia Episcopal propia.
Hasta la última guerra (1991-1995) había diez parroquias greco-católicas (ucranianos) con unos 5.000 creyentes, administradas por la eparquía de Krizevci (Croacia).

Además de los Franciscanos, representados en Bosnia-Herzegovina con dos provincias, hay varias órdenes de religiosas con provincias propias: las Franciscanas (Mostar, Sarajevo), las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul (Sarajevo), las Siervas del Niño Jesús (Sarajevo), y casas y conventos de otras órdenes de mujeres.

A raíz de la última guerra, el número de los católicos ha quedado reducido a la mitad. Con excepción de algunos pequeños grupos, casi todos son croatas. Se calcula que hay entre 450.000 y medio millón.

La diócesis de Banja Luka
La diócesis de Banja Luka, que visitará este domingo el Papa, fue fundada en 1881. Su obispo es Franjo Komarica, que también preside la Conferencia Episcopal. En la pastoral trabajan, junto con los sacerdotes diocesanos, los Franciscanos. También hay algunas órdenes de religiosas.
La diócesis no cuenta con un seminario propio, pero tiene un Instituto de Teología en Banja Luka. Durante la guerra fueron desplazados aproximadamente dos tercios de todos los católicos que, hasta el día de hoy, en buena parte no han podido regresar. La diócesis cuenta con unos 50.000 fieles.

Sólo en esta diócesis, durante la guerra de los años noventa, fueron destruidas 39 iglesias y 22 sufrieron daños considerables; 9 capillas fueron destruidas y 14 sufrieron daños considerables; 2 conventos fueron destruidos y uno sufrió daños considerables; 33 cementerios sufrieron daños.

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ZENIT Staff

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