CIUDAD DEL VATICANO, 29 junio 2003 (ZENIT.org).- Con la publicación de la exhortación apostólica «Iglesia en Europa» («Ecclesia in Europa»), Juan Pablo II ofrece una brújula para orientar la construcción de una comunidad europea siguiendo los puntos cardinales del Evangelio.
«Las raíces cristianas son para Europa la principal garantía de su futuro», afirmó en la tarde de este sábado al publicar en la Basílica de San Pedro del Vaticano la exhortación en la que recoge las conclusiones que concluye oficialmente el segundo sínodo de obispos para Europa.
El documento, de 135 páginas –traducido en siete idiomas– recoge las 40 proposiciones que presentaron los 179 obispos que participaron en la asamblea sinodal celebrada entre el 1 al 23 de octubre de 1999.
El lema de la exhortación es el mismo que el del sínodo: «Jesucristo vivo en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa».
«La Iglesia está convencida de que tiene un tesoro que ofrecer a Europa, en realidad su único tesoro y esperanza: Jesucristo», subrayó este sábado el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, al presentar la exhortación.
«Jesucristo no tiene que ver sólo con el pasado de Europa –añadió el purpurado, que fue el relator en el sínodo–. La Iglesia está convencida de que puede hacer una gran contribución a la construcción de la Europa de los valores y de los pueblos no ofreciendo soluciones técnicas, sino fundamentos de valores y derechos en la dignidad del hombre como hijo de Dios».
Dado que la Iglesia sólo cumplirá esta misión si vive, anuncia, celebra y sirve el evangelio de la esperanza, estos cuatro enunciados se convierten en el núcleo de la Exhortación.
Vivir
En primer lugar, el Papa hace un llamamiento a los católicos europeos a vivir a fondo el Evangelio, pues constata en la Iglesia en Europa síntomas preocupantes de mundanización. Para ello invita a no perder la identidad cristiana, a recuperar la vida interior, a mantener la comunión, a superar temores, lentitudes, omisiones e infidelidades y a continuar el camino del diálogo ecuménico.
Anunciar
En segundo lugar, la exhortación invita a proclamar el misterio de Cristo, constatando que en Europa está creciendo el número de no bautizados a la vez existen muchos bautizados alejados de la fe, contagiados por una interpretación secularista de la fe, que necesitan una nueva evangelización.
Celebrar
En tercer lugar, el documento constata la sed de Dios que siguen manifestando los europeos, y advierte ante el peligro de perder el sentido de la celebración de los Sacramentos, en particular el de la Reconciliación y la Eucaristía.
Servir
En cuarto lugar, propone el servicio de la caridad para extender la «cultura de la solidaridad», dando nueva esperanza a los pobres con el amor preferencial.
En este sentido, el Papa ofrece tres grandes campos de acción: la defensa y ayuda de la familia (frente a propuestas y proyectos legales que desvirtúan su identidad); de la vida (frente a la escasa natalidad y las amenazas del aborto o de la eutanasia), y la acogida de los inmigrantes (fenómeno de grandes dimensiones en la Europa actual).
La propuesta
De este modo, los cristianos podrán ofrecer, según el Papa su contribución para una nueva Europa, que queda expuesta de manera muy concreta en el capítulo sexto.
La unión europea, según el Papa, «no tendrá solidez si queda reducida sólo a la dimensión geográfica y económica, pues ha de consistir ante todo en una concordia sobre los valores, que se exprese en el derecho y en la vida» (n. 110).
Por ello pide que en la futura Constitución Europea figure la referencia al patrimonio religioso y particularmente cristiano y que respete los derechos que son propios de las Iglesias y comunidades religiosas.
La relación de la Iglesia con Europa, no es la de la vuelta a un Estado confesional, pero tampoco la de un laicismo o separación hostil, sino de sana cooperación, asegura.
En definitiva, según el Papa, «Europa necesita un salto cualitativo en la toma de conciencia de su herencia espiritual» (n. 120). Por eso concluye diciendo a Europa: «El evangelio no está contra ti, sino a tu favor».
El documento, como ya es costumbre, concluye con una oración dirigida a María para invocar su protección sobre Europa.