El Papa renueva el Estatuto de la Fundación «Juan Pablo II»

Promueve la propagación de la cultura cristiana polaca

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dio este martes, en el día de su santo, un nuevo impulso a la fundación que constituyó hace veintidós años para la asistencia religiosa, cultural, y caritativa de los polacos que viven en su patria o de que han emigrado.

El pontífice entregó el Decreto por el que entra en vigor el Estatuto renovado de la Fundación que lleva su mismo nombre al arzobispo Szczepan Wesoly, presidente del Consejo de esta entidad.

De esta forma, el decreto de fundación que definió las bases para desarrollar numerosas iniciativas de carácter religioso, cultural y pastoral se enriquece con la experiencia adquirida en estas dos décadas y se adapta a los desafíos actuales.

La celebración de la onomástica del Papa (en el caso de Karol es el 4 de noviembre, memoria litúrgica de San Carlos Borromeo), jornada festiva en el Vaticano, fue el contexto elegido para la entrega del nuevo Estatuto en el Aula Pablo VI.

Los miembros y amigos de la Fundación «Juan Pablo II» fueron los encargados de organizar una «Velada de la Poesía del Santo Padre» en el Aula Pablo VI en la que también estuvieron presentes numerosos fieles de Polonia –entre otros, de la archidiócesis de Danzig– que, como es costumbre, acompañan al pontífice el día de su patrono.

Este encuentro «en cierto sentido, se inscribe en la finalidad a la que se dedica desde hace veinte años la Fundación», esto es, «la actividad religiosa, cultural, científica, pastoral y caritativa a favor de los polacos que viven en la Patria y de aquellos emigrantes», recordó Juan Pablo II.

Este objetivo se orienta a «facilitar la consolidación de los vínculos tradicionales existentes entre la nación polaca y la Santa Sede para promover la propagación del patrimonio de la cultura cristiana polaca y la profundización del estudio de la doctrina de la Iglesia», subrayó.

«Hoy el ámbito de la actividad de la Fundación se ha ampliado de forma que ésta posee carácter internacional. En cualquier caso, no podemos olvidar las raíces polacas», afirmó el Santo Padre en su discurso.

Agradeciendo la presencia y el apoyo de los amigos de la Fundación procedentes de Estados Unidos, Indonesia, Francia e Italia, el Papa dio «gracias a Dios por todo el bien que en estos veintidós años se ha llevado a cabo por iniciativa de la Fundación».

«Confío en que la Fundación siga sosteniendo a todos los que llegan a la Ciudad Eterna para reforzar la propia fe en Cristo y en la Iglesia, una santa, católica y apostólica», exhortó.
La Fundación igualmente se ha comprometido a preservar los documentos relativos a este pontificado y a difundir la enseñanza del Magisterio de la Iglesia.

«Es necesario que este patrimonio de bien, nacido por la gracia divina en este tiempo, permanezca para las generaciones futuras –reconoció Juan Pablo II–. (…) Que su memoria forme la identidad cristiana de dichas generaciones y sea motivo para dar gracias a Dios por Su bondad».

Además de la importante labor de la Fundación en el campo de la difusión de la cultura cristiana, Juan Pablo II se refirió especialmente a «la más preciosa labor»: «la que deja para siempre huella en el corazón y en las mentes de los jóvenes».

En efecto, «gracias a la Fundación, cientos de estudiantes de países ex comunistas han podido disfrutar de becas de estudio y terminar en Polonia los estudios en diferentes disciplinas», confirmó.

El Santo Padre, que en varias ocasiones ha podido encontrarse con estos jóvenes, resaltó que éstos «vuelven a sus países de origen para servir allí con su ciencia y con el testimonio de fe a quienes durante años han sido privados del acceso a la ciencia y a la cultura entendida en sentido amplio, al mensaje del Evangelio».

En este contexto, agradeció al cardenal Camillo Ruini y a la Conferencia Episcopal Italiana la ayuda material en la formación de los jóvenes de los países del ex bloque oriental que estudian en Lublín, Varsovia y Cracovia.

«Es una significativa expresión de la solidaridad de la Iglesia en Italia con las Iglesias que siguen curando las heridas del pasado», reconoció.

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ZENIT Staff

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