SIHANOUKVILLE, 19 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Nuevas formas de cooperación entre los obispos de los dos países y la formación de los sacerdotes y religiosos han centrado el encuentro anual de la Conferencia episcopal de Laos y Camboya (CELAC).
Celebrado del 10 al 14 de noviembre en Sihanoukville (antes Kompong Som) –a 285 kilómetros al sur de la capital camboyana Phnom Penh–, la cita ha afrontado «proyectos comunes que hay que realizar en el sector vocacional», declaró el presidente de la CELAC, monseñor Jean Khamsé Vithavong –vicario apostólico de Vientiane–, según recoge «Radio Vaticana».
Entre sus prioridades, la CELAC –organismo único para los dos países por razones históricas y culturales— analizó también «la formación de nuevas comunidades, la catequesis y los seminarios», confirmó a «Fides» el vicario apostólico de Phnom Penh.
Actualmente, sin embargo, la situación en las dos naciones colindantes evidencia diferencias que requieren un acercamiento pastoral distinto.
En Camboya y Laos –explicó monseñor Emile Destombes– se «viven hoy contextos socio-políticos diferentes, pero han compartido dificultades y esperanzas por la misión de la Iglesia. Llevar el anuncio del Evangelio es un desafío difícil para una nación como Laos e igualmente requiere soluciones y caminos específicos en Camboya».
De ahí que los obispos hayan hablado de incrementar la colaboración para instruir catequistas, religiosas y seminaristas y emplear energías en el campo de los medios de comunicación, aunque es necesario estudiar soluciones particulares porque los trabajadores pastorales y los religiosos de ambos países hablan lenguas distintas, el Khmer en Camboya y el Lao en Laos.
Además, los obispos de ambos países han acordado la necesidad de unirse y multiplicar los esfuerzos en el problema de construcción y reapertura de iglesias, especialmente en las zonas periféricas de las dos naciones.
En 1975, año en que los comunistas subieron al poder en Laos, se desataron las persecuciones contra los católicos y los demás grupos religiosos. Los misioneros extranjeros fueron expulsados, los sacerdotes fueron destinados a campos de trabajo para su «reeducación» y los obispos arrestados.
Tras la caída del Muro de Berlín y el final de la Unión Soviética, Laos adoptó un nuevo texto constitucional que reconocía la libertad religiosa.
En la vecina Camboya murieron cientos de miles de personas durante el gobierno de los jemeres rojos y la sucesiva guerra civil. También en este país los católicos fueron perseguidos, pero el final del comunismo permitió a la Iglesia local reorganizarse.
Después de años de sufrimiento por la Iglesia, el CELAC, instituido en 1963, reanudó sus encuentros anuales en 1995.
Los obispos de Laos y Camboya realizaron su primera visita «ad limina» en el Vaticano en febrero de 1999. En esa ocasión, en Santo Padre agradeció la «fidelidad heroica» que demostraron tantos fieles en el tiempo en que las dos naciones «estuvieron sometidas a terribles sufrimientos y fueron innumerables las víctimas inocentes de la violencia ciega y de la negación de la dignidad del hombre».
«Numerosos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos –recordó entonces Juan Pablo II– entregaron su vida en el seguimiento del Señor, mezclando su propia sangre con la de sus hermanos y hermanas, afrontando las pruebas con dignidad y valentía. ¡Que nadie olvide nunca este admirable testimonio!».
Actualmente, de los 12 millones de habitantes de Camboya, los católicos son cerca de 20.000 divididos en las prefecturas apostólicas de Battambang y Kompong Cahm y el vicariato apostólico de Phnom Penh.
Los católicos en Laos son unos 35.000 –sobre una población de 6 millones de habitantes– y viven en cuatro vicariatos apostólicos: Luang Prabang, Paksè, Savannakhet y Vientiane.
La religión más difundida en los dos países es el budismo.