Obispos de Chile: «Tratemos a los demás como queremos ser tratados»

Conclusiones de su 86ª asamblea plenaria

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PADRE HURTADO, 21 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las conclusiones de la 86ª asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, difundidas este viernes al término de la reunión.

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«Tratemos a los demás como queremos ser tratados»

«Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Ella nos enseña a renunciar a la vida sin religión y a los deseos del mundo, para que vivamos en el tiempo presente con moderación justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza» (Carta a Tito 2, 11-14)

1. Con estas palabras que nos introducen en el tiempo de Adviento, al celebrar nuestra 86ª Asamblea Plenaria en el contexto de los 25 años de ministerio pastoral de Juan Pablo II, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile nos dirigimos a los hermanos y hermanas de nuestra Iglesia y a las personas de buena voluntad. El Adviento es un tiempo propicio para salir al encuentro de Cristo que viene, para convertir nuestras vidas a Él y ejercitar la misericordia con el prójimo.

Cultivar la dignidad humana

2. El Concilio Vaticano II nos recuerda que: “creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos” (GS 12).

Creemos que los acontecimientos que han conmovido la opinión pública en los últimos tiempos, su tratamiento en algunos medios de comunicación social, la confusión entre hechos objetivos y conductas supuestas, reclaman una especial atención y un ejercicio honesto de búsqueda de la verdad y de adhesión a ella. Se ha creado un clima de desconfianza que hace mal a la sociedad entera.

3. Hoy, más que nunca, es necesario velar y mantener el corazón atento y sensible frente al bien más querido y precioso de nuestra sociedad, la dignidad de la persona humana. Invitamos a cultivar la dignidad y la nobleza de la propia persona. Esto implica, entre otras cosas, vivir en la verdad, la libertad, la honestidad y la responsabilidad; desarrollar los dones recibidos y optar por la dignidad personal, no cediendo a las inclinaciones que atenten contra ella. Proponemos a los cristianos unirse con los demás hombres y mujeres que buscan la verdad y resolver, con acierto, los problemas morales que se presentan a los individuos y a la sociedad (cfr. GS 16).

4. Sabemos que la calidad de la sociedad depende de la calidad de cada persona. Por eso mientras Chile está encaminándose hacia horizontes cada vez más esperanzadores, necesita absolutamente de ella. Invitamos a que el cuidado en la formación de personalidades libres y responsables, abiertas al diálogo, a la confianza, a la participación ciudadana y a la búsqueda del bien común, constituya un objetivo buscado y valorado en la educación de los jóvenes y de todos los ciudadanos. Esto nos permitirá vivir, en lo privado y en lo público, de acuerdo a los valores éticos inscritos en lo más profundo de la conciencia humana.

La Solidaridad en el Adviento

5. Precisamente, como salvaguarda y promoción de la dignidad de cada persona, Jesucristo nos dejó esta ley fundamental: “Taten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes” (Mt. 7, 12). Expresión de este respeto y consideración a las otras personas, es la virtud de la solidaridad, que consiste en ponerse en el lugar del otro, compartiendo los bienes materiales y espirituales.

6. En este aspecto, felicitamos y alentamos a tantas personas que en distintas formas de voluntariado dan lo mejor de sí mismos a los más necesitados. En estos días, muchos chilenos acuden en ayuda de los niños discapacitados. Quiera Dios que estos gestos solidarios se transformen en una corriente ininterrumpida de solidaridad, que devuelva a nuestra sociedad la confianza en los demás.

El delito de la pedofilia

7. Las denuncias, investigadas por la justicia, de una red de pedofilia, pornografía y drogas, que tendría como víctimas sobre todo a niños que viven en la marginalidad y pobreza, han causado estupor, alarma y un profundo dolor en nuestra patria.

8. Como dijo el Santo Padre, nos encontramos ante un hecho muy grave que “es justamente considerado como un delito por la sociedad, y que es también un espantoso pecado a los ojos de Dios” (Juan Pablo II a los Cardenales de USA, 23/IV/02), por lo cual debe ser condenado dondequiera se presente. En esos delitos confluyen “la violación del mandato de amar como cada uno quiere ser amado, el desprecio de la dignidad personal de quienes son más débiles y desvalidos, el poder del dinero que corrompe a menores de edad, el desorden de la vida afectiva y sexual de personas adultas, y el fatal abandono que puede sufrir un niño que carece del amor y el apoyo de su hogar” (Decl. Cardenal Errázuriz 24/10/03).

9. La Iglesia apoya decididamente a quienes deben intervenir en esta investigación y ora por ellos, a fin de que se esclarezcan pronto los hechos y se haga justicia.

Ofensas al honor de las personas

10. Por otra parte, sabemos que investigaciones de esta naturaleza ocasionan un sufrimiento indecible tanto a quienes aparecen bajo la sospecha de haber participado en los hechos, como también a sus familias y asociaciones en las cuales participan.

11. Por eso no lo olvidemos: lesionar injustamente la buena fama es una acción grave. El respeto de la reputación y del honor de las personas es expresión de amor al prójimo que prohíbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o calumnia (Catecismo 2477). Todos somos responsables de esto, pero cabe un especial cuidado a los medios de comunicación social, llamados a vivir su compromiso con la verdad y el bien, para elevar el nivel cultural y moral de la nación, y contribuir así a la verdadera paz.

El verdadero sentido de la sexualidad

12. No se debe olvidar, que los dolorosos hechos que comentamos se dan “en el contexto de un mundo que equivocadamente ha hecho de la total libertad sexual una de las banderas de lucha de la modernidad, y que crea un ambiente que contribuye a la pérdida del verdadero y hermoso sentido del amor y de la sexualidad humana” (Decl. Conferencia Episcopal de Chile, V/2002). Invitamos a conocer y a vivir la doctrina de la Sagrada Escritura proclamada por la Iglesia sobre la sexualidad, en particular la finalidad unitiva y procreativa del ejercicio de la sexualidad, que sólo se da dentro de la unión conyugal estable entre el hombre y la mujer.

Deber de no escandalizar

13. También atenta contra la dignidad de las personas y viola el mandato del amor al prójimo el escándalo, que es la actitud o comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen.

Quienes por naturaleza o por función estamos obligados a enseñar, educar y guiar a otros, debemos dar buen ejemplo y no inducir al error o al mal, con palabras o comportamientos. El escándalo también puede ser provocado por leyes, por acciones de instituciones, por espectáculos y costumbres que incitan al mal o degradan la dignidad humana (cfr. Catecismo 2284ss).

Conclusión

14. Finalmente, pedimos a Jesucristo, nuestro Salvador y Maestro, por intercesión de nuestra Madre la Virgen María, a quien celebramos en este mes, que nos ayude a poner todos nuestros esfuerzos en fortalecer y cuidar nuestra familia chilena, dando a los niños la esperanza que se merecen, y así lograr que seamos una auténtica nación de hermanos.

Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile

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ZENIT Staff

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