LONDRES, 29 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- Las mujeres siguen quedándose detrás de los hombres en el número de ejecutivos importantes y en niveles de salario. En Estados Unidos, las mujeres ocupan cerca del 13% de los puestos de dirección de las 500 empresas principales enlistadas por Standard & Poor’s, informaba el 8 de julio el Wall Street Journal.
En Gran Bretaña, sólo 12 empresas de 107 examinadas tienen mujeres ejecutivo en sus órganos de dirección, según un estudio publicado el 1 de agosto por el diario Guardian. El número de directoras ejecutivas subió de las 10 del 2001 a las 15 del año pasado, dejando más del 95% de los puestos de dirección en manos de hombres.
El 11 de noviembre, el Financial Times, otro periódico británico, publicaba datos de investigación que mostraban progresos para las mujeres mayores de los mostrados en el estudio de Guardian. Hay actualmente 101 puestos ocupados por mujeres en los órganos de dirección de 100 compañías FTSE, comparados con los 84 del año pasado, y el número de mujeres directoras ha bajado de 88 a 75, con algunas ocupando más de un puesto de dirección. Sin embargo, las mujeres todavía ocupan solamente el 8,6% de los puestos de dirección de las 100 FTSE.
Niveles similares se dan en Australia. Allí, las mujeres ocupan el 8,4% de los puestos de dirección de las 200 empresas más importantes del país, informó el 2 de octubre el Sydney Morning Herald. La segunda encuesta anual de mujeres directivas y ejecutivas, llevado a cabo por la Macquarie University for the Equal Opportunity for Women in the Workplace Agency también muestra que sólo cuatro de las 200 principales empresas australianas son dirigidas por mujeres.
Noruega están considerando seriamente la introducción de cuotas para subir el número de mujeres en puestos de dirección. El gobierno amenaza con una legislación que obligue a las empresas a reservar el 40% de sus puestos de dirección, si bien las empresas cumplirán voluntariamente el objetivo para el 2005, informó el 14 de julio el New York Times. A principios de este año las mujeres sumaban el 8,4% de los puestos de directores de empresa en Noruega. Suecia está contemplando medidas similares aunque el número de mujeres en direcciones de las compañías contabilizadas subirá hasta el 25% en el 2004 desde el actual 8%.
Unas diferencias que se reducen
Es evidente un mayor progreso para las mujeres en el tema de los salarios. Los datos del Bureau of Labor Statistics norteamericano para el 2002 muestra que las mujeres trabajadoras a tiempo completo recibían el 77,5% del sueldo de un hombre. Esta cifra representa una ligera mejora para las mujeres si se compara con años pasados, informaba el 17 de febrero el New York Times. La media de ingresos laborales que reciben las mujeres trabajadoras subió un 5% el año pasado, mientras que la de los hombres sólo un 1,3%.
Existe una situación similar en el Reino Unido, a nivel de dirección. Un análisis sobre salarios de directivos, llevada a cabo por el Chartered Management Institute and Remuneration Economics, encontró que el salario medio que recibían las mujeres subió un 5,9% en el año que se cerraba el pasado enero, en comparación con el 5% de los hombres. Es el séptimo año consecutivo en el que los salarios de las mujeres ejecutivas suben por encima del de los hombres, afirmaba el Financial Times el 13 de noviembre en su reportaje sobre el dicho análisis.
Algunos estudios recientes han considerado los factores que se encuentran detrás de las diferencias de salarios entre hombres y mujeres. Un estudio de Maureen Paul, candidata a doctora en economía en la Universidad de Warwick, descubrió que las mujeres en el Reino Unidos no están preocupadas por las diferencias de sueldo, informó el 7 de mayo el Wall Street Journal.
La investigación de Paul demostró que la media de hombres trabajadores que dicen que su sueldo es injusto es de un 44,7%, mientras que las media general de las mujeres que lo afirman es del 34%. Y la media de hombres que dicen estar remunerados justamente es del 49,86%, en comparación con el 56,2% de mujeres.
Además, sólo el 5% de los casos ante los tribunales laborales británicos tuvieron que ver con desigualdades de sueldo para las mujeres. Las relativamente pocas mujeres que llevan sus casos a tribunales lo hacen con más frecuencia por motivos relativos a faltas de respeto debido a su género, más que por su sueldo, indicaba Paul.
Otro estudio, de Jennifer Smith, profesora de economía en la Universidad de Warwick, mostraba que las mujeres tienden a abrigar menores expectativas y aspiraciones en cuanto al sueldo y la promoción que los hombres. Su investigación, basada en 10.000 respuestas de una muestra representativa del Reino Unido hecha anualmente desde 1990 hasta el 2000, encontró que los hombres tienden a enumerar el salario y la promoción como los factores más importantes de satisfacción profesional, mientras que las mujeres dicen que las relaciones con los jefes y el trabajo mismo son la prioridad.
Y un tercer estudio, de Arnaud Chevalier, un economista del Institute for the Study of Social Change en el University College de Dublín, estudió a 10.000 trabajadores británicos tres años después de su graduación en 1995 en el colegio. Encontró que los hombres ganaban una media de 21.200 libras (34.060 dólares) al año, mientras que las mujeres ganaban 18.500 libras. El estudio encontró que casi todas las diferencias estriban en las diferentes motivaciones, expectativas y elecciones, con diferencias en los valores a largo plazo que explican el 26% de la diferencia de sueldo.
«Debido a la presión social, los hombres piensan que deben lograr el éxito y ganar mucho dinero, y quizá esta presión es menor para las mujeres», afirmaba Chevalier. «Los hombres piensan en realidad que para lograr el éxito necesitas ganar mucho dinero, y las mujeres desean hacer trabajo que sean socialmente más útiles, y son más felices al compatibilizar el trabajo con sus compromisos familiares».
Un artículo del 1 de octubre en el Washington Post presentaba otras explicaciones sobre las causas de la diferencia de salarios entre hombres y mujeres. Las mujeres trabajan menos horas, 39,8 a la semana, en comparación con las 46,1 de los hombres. También están menos dispuestas a que los hombres a hacer viajes de negocios de noche que los autores observan son «extremadamente importantes para quienes les dan empleo». El estudio también encontró que es más probable que las mujeres trabajen en puestos administrativos de apoyo con menor remuneración.
Elementos de elección
En Gran Bretaña, un estudio conjunto de la Unidad de Igualdad para las Mujeres del Ministerio de Comercio e Industria y del Instituto de Estudios para el Empleo encontró que las mujeres que trabajan a tiempo completo ganan el 81% de lo que ganan sus homólogos masculinos, informó el 13 de octubre el Times de Londres.
Pero esta diferencia revela «relativamente poco sobre la discriminación en contra de las mujeres, y mucho más sobre las habilidades, experiencias y profesiones que diferencian los sexos», según la reportera del Times, Lea Peterson. Afirmaba que al centrarse demasiado en las diferencias de salarios se corre el riesgo de distraer la atención del verdadero tema que tenemos entre manos.
Muchas mujeres, comentaba, eligen quitar tiempo a sus carreras para cuidar a sus hijos. Y las mujeres se emplean en profesiones relativamente peor pagadas que los hombres. Aunque algo de esto puede reflejar discriminación, Paterson afirmaba que «también hay un elemento de elección».
Juan Pablo II tocó el tema de estas elecciones en su carta apostólica de 1988 «Mulieris Dignitatem». «Los recursos personales de la feminidad no son ciertamente menores que los recursos de la masculinidad; son sólo diferentes», explicaba en el No. 10. Esta diferencia, continuaba, sign
ifica que «la mujer —como por su parte también el hombre— debe entender su «realización» como persona, su dignidad y vocación, sobre la base de estos recursos, de acuerdo con la riqueza de la feminidad, que recibió el día de la creación y que hereda como expresión peculiar de la «imagen y semejanza de Dios».
El Papa fue muy claro al afirmar que no se tolerase la discriminación injusta: «en todos los casos en los que el hombre es responsable de lo que ofende la dignidad personal y la vocación de la mujer, actúa contra su propia dignidad personal y su propia vocación». No todas las diferencias en el puesto de trabajo entre hombres y mujeres se deben a la discriminación, y aquellas que se deban a elecciones deliberadas son dignas de todo respeto.
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Nov 29, 2003 00:00