CIUDAD DEL VATICANO, 30 noviembre 2003 (ZENIT.org).- En un mundo oscurecido por la violencia y los sangrientos atentados terroristas, los cristianos deben caminar en este Adviento con la lámpara encendida de la espera de Jesús, explica un cercano predicador de Juan Pablo II
El arzobispo Angelo Comastri, delegado pontificio del Santuario mariano de Loreto (Italia), y predicador de los Ejercicios Espirituales del último año al Papa y a la Curia romana, recurre a palabras de la Madre Teresa de Calcuta para describir la actitud que debe caracterizar al cristiano en este período de preparación para la Navidad.
La religiosa albanesa «decía con frecuencia –recuerda el arzobispo que la conoció en vida–: «lo mejor está por venir»».
«En el Adviento los cristianos recordamos la primera venida de Jesús, el nacimiento de Jesús en Belén, pero recordamos esa venida para prepararnos a la segunda venida, el retorno de Jesús», subraya.
«Hacia ese día están orientados nuestros corazones y por ello llevamos la lámpara encendida para caminar en la oscuridad de este mundo para encontrarnos con el Señor», añadió el prelado en una entrevista concedida a «Radio Vaticano» este domingo.
En este mundo de violencia, siguió constatando, «nunca como hoy se experimenta que el mensaje cristiano es verdadero. Nunca como hoy se experimenta que rechazando el mensaje cristiano el hombre precipita en el caos».
Para prepararse a la Navidad durante el período litúrgico de Adviento, que comenzó este domingo, el arzobispo recomienda meditar en los dos consejos que ofrece el profeta Isaías: «allanar los montes y llenar los valles».
«Allanar los montes significa allanar al ser humano –aclara–. Significa retomar nuestra estatura cuando estamos descalzos, como también decía la Madre Teresa. Por tanto, recuperar la humildad, pues el orgullo impide escuchar a Dios».
«Por otra parte –añade–, hay que colmar los valles, los vacíos. Esto quiere decir echar tierra sobre la vanidad con la que tratamos de esconder la necesidad de Dios que todos llevamos dentro».
En un mundo que vive como si Dios no existiera, sigue explicando monseñor Comastri,
«hoy hay mucha tristeza».
«Vemos escaparates iluminados, personas bien vestidas, parecen todos saciados. Pero dentro son personas desesperadas», constata.
«Hoy hay muchas, muchas conversiones, pues Dios pasa de puntillas por las calles del mundo, al igual que de puntillas se acercó a los discípulos de Emaús que se alejaban de Jerusalén», sigue diciendo.
«La historia continúa, y las conversiones siguen siendo hoy las páginas más bellas y el signo más seguro de que Cristo es vivo y de que camina por las calles del mundo», concluye.