ROMA, jueves, 15 enero 2004 (ZENIT.org).- Para el teólogo Mássimo Petrini, experto en pastoral sanitaria, el tema de la muerte debería introducirse más en el camino catequético y en el anuncio de esperanza en las comunidades cristianas, enseñando a acompañar no sólo a quienes nos dejan, sino también a los que se quedan.
Profesor en el Instituto Internacional de Teología Pastoral y Sanitaria «Camillianum» y responsable del Centro para la promoción y desarrollo de los cuidados geriátricos de la Universidad del Sagrado Corazón –en Roma–, Petrini presentó el miércoles en la capital italiana su libro «La cura a la fine della vita» («Los cuidados al final de la vida»).
En esta entrevista concedida a «Avvenire», el teólogo aborda la necesidad de hacer de la muerte un camino de humanización y un anuncio de esperanza.
–Empecemos por los ancianos. ¿Cómo se afronta con ellos el tema de la muerte en las comunidades cristianas?
–Massimo Petrini: Muchas veces, también en el ámbito pastoral, hablamos más de los aspectos lúdicos, de cómo entretenerles. Falta una pastoral dedicada a estos temas que no se limitan al tema de la muerte, sino que tocan el sufrimiento, la aceptación de las limitaciones.
–¿Cómo hacerlo?
–Massimo Petrini: Los ancianos –son actualmente los que superan los 75 años de edad— se dan cuenta de que el horizonte se ha reducido, la muerte hace de fondo. Debemos tener el valor de afrontar el tema también desde el punto de vista religioso.
–Existe una antigua tradición de piedad popular y acompañamiento a la «buena muerte»…
–Massimo Petrini: Sin juzgar el pasado, la pastoral de siglos anteriores era de tipo «obsesivo», basada en el juicio, en los aspectos más negros de la muerte. Deberíamos en cambio empezar a leerla en la clave de la misericordia y de la esperanza cristiana. La persona que muere debe conseguir aceptar su vida y releerla en esa clave.
–¿Cómo interactuar entre comunidades cristianas y lugares donde se muere: hospitales, residencias?
–Massimo Petrini: Todavía hoy en realidad muchos enfermos oncológicos y personas muy ancianas están en casa. Por lo tanto es importante que también la parroquia tome conciencia de estos problemas, mientras estamos ligados a la figura de los capellanes de los hospitales y de las instituciones.
–¿Cómo formar a laicos y sacerdotes?
–Massimo Petrini: Si queremos llevar adelante una pastoral realista, debemos introducir estos temas «desagradables» en todo tipo de catequesis, conforme a cada edad y categoría. Ciertamente no existen sólo muerte y dolor. Pero entre las muchas motivaciones pastorales, hay que dar a estos temas mayor atención. También los sacerdotes y religiosos necesitan empezar ya desde el seminario a afrontarlos. Por ejemplo, previendo que los seminaristas frecuenten por algunos períodos hospitales o instituciones asistenciales. Sería un camino de humanización.
–¿En qué sentido?
–Massimo Petrini: Veo la muerte como un proceso de humanización. Hace que crezcamos y crea un factor unificador: se descubre la humanidad común. Son temas que ciertamente no se pueden exaltar, pero si logramos hablar de ellos, conseguimos humanizar el ambiente, más allá de la exclusión y de nuestra «representación» diaria.
–Cuestión distinta es cuando muere un niño o un joven…
–Massimo Petrini: No hay que mirar tanto la edad, sino ver la muerte de una persona como el final de su respuesta a una vocación. También un niño, en pocos meses de vida, de forma misteriosa ha respondido a la vocación que Dios le había confiado.
–¿Cómo hacer de un funeral un momento de cercanía con quien sufre?
–Massimo Petrini: En el funeral, las personas aún no se dan cuenta de la pérdida. Todos están alrededor. El problema surge con la vuelta a casa. La cercanía en el luto, del que hoy hemos suprimido los signos, forma parte del acompañamiento. Debemos ayudar a la comunidad a pensar que los primeros seis meses constituyen un período en el que se debe prestar mayor atención y escucha al que se queda.