El reino de Bhután prohíbe a los cristianos orar en público

El temor a las conversiones es la «paranoia» del gobierno, denuncia el obispo local

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THIMPHU, miércoles, 28 enero 2004 (ZENIT.org).- En el pequeño reino budista de Bhután, en las montañas del Himalaya, los cristianos tienen prohibido celebrar liturgias u orar públicamente y a los sacerdotes se les niega el visado de entrada, según ha denunciado el obispo de la diócesis india de Darjeeling, monseñor Stephen Lepcha.

Darjeeling, a 1.450 kilómetros al este de Nueva Delhi, está muy próxima a la frontera india con Nepal. La diócesis comprende también el pequeño territorio de Bhután, cuya Iglesia atraviesa dificultades.

En Bhután el budismo es la religión del Estado y está prohibida toda forma de misión de las demás religiones. De acuerdo con el prelado, hasta hace algunos años, los cristianos que habían emigrado allí desde la India y Nepal –doctores, ingenieros, profesores, artesanos– eran libres de celebrar eucaristías en público.

«Pero con la llegada del tercer milenio, los servicios religiosos en público están prohibidos, y quien viola esta norma va a prisión», confirmó monseñor Lepcha, en declaraciones publicadas por «Asianews».

Igualmente denuncia que a los sacerdotes indios se les niega el visado de entrada: «Antes yo mismo podía ir y celebrar la Eucaristía en público. Pero en los últimos tres años, no me han concedido ningún permiso para entrar en el país», a pesar de que los ciudadanos indios tienen derecho a entrar en Bhután solicitando visado.

Los habitantes de Darjeeling tienen rasgos extremo-orientales y a menudo son confundidos con mongoles, circunstancia que hace también más difícil su entrada. De hecho, a los sacerdotes que acuden de otras zonas de la India, con rasgos físicos diferentes, les resulta más fácil la entrada, al menos como turistas.

El obispo Lepcha afirma que frente a los sacerdotes con rasgos mongoles, las autoridades son más reacias porque su parecido con los habitantes de Bhután les permite integrarse mejor con las comunidades, favoreciendo su conversión al cristianismo. Y es que el temor al proselitismo es una «paranoia» del gobierno, constata el prelado.

Desde el punto de vista oficial, las autoridades de Bhután dicen que es posible celebrar la Eucaristía en las casas particulares. Pero «¿cómo pueden los cristianos celebrar misas en privado, si las autoridades no permiten a los sacerdotes entrar al país?», cuestiona.

Por lo menos, los católicos de Thimphu –la capital– pudieron celebrar la misa de Navidad en privado. «Tenemos un sacerdote que puede entrar en Bhután siempre que quiera», explica monseñor Lepcha: se trata del jesuita Kinley Tshering, primer sacerdote católico de Bhután, emparentado con la familia real, cuya conversión se remonta a los años ’70.

No permitir a los sacerdotes católicos entrar en el país para atender las necesidades espirituales de los católicos no bhutaneses es una política que el obispo califica de «irrazonable» e «ingrata»: muchos sacerdotes católicos en el pasado ayudaron al gobierno a fundar y estructurar la educación en el país.

Las rígidas medidas de seguridad contra la evangelización empezaron cuando los pastores protestantes empezaron a evangelizar a la población de Bhután y llegó alguna conversión. El gobierno se alarmó y decidió reprimir la evangelización.

De todas formas, monseñor Lepcha declara que sus sacerdotes no pretenden hacer «proselitismo», sino que desean ocuparse de los cristianos, víctimas de esta política de las autoridades.

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ZENIT Staff

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