CARACAS, 7 enero 2004 (ZENIT.org).- En la «difícil coyuntura» que atraviesa Venezuela, la Iglesia «no debe ni puede quedarse callada, paralizada por una “prudencia” demasiado humana o amedrentada por los ataques y calumnias», declaró el lunes pasado el presidente del episcopado venezolano y arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras Cardozo.

Al abrir los trabajos de la 81º Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal del país, el prelado constató que la situación interna de Venezuela lleva «peligrosamente a una polarización ajena a lo que debe ser una democracia integral, abierta al pluralismo de opciones y al respeto de la diferencia y la disidencia», recoge el diario «El Universal».

Bajo el actual presidente Hugo Chávez, «la sociedad venezolana pretende ser llevada a un proceso de cambios socio-económicos, jurídico-políticos, culturales y hasta religiosos, autodenominados revolucionarios, riesgosos y subversivos de todas las estructuras existentes», denunció monseñor Porras.

«La historia no lejana, propia y ajena --advirtió--, nos recuerda y enseña que el autoritarismo teñido de seudo legalidad, demagógico y excluyente, es generador de pobreza, fanatismo y violencia».

Es un contexto en el que la «Iglesia no debe ni puede quedarse callada»: «necesitamos proclamar, a tiempo y a destiempo, la visión cristiana del hombre y trabajar ante todo por salvaguardar la dignidad humana en todas sus dimensiones», «luchando por el bien común como creación de las mejores condiciones posibles para la vida personal, familiar y colectiva», subrayó el prelado.

Además recordó las palabras de Juan Pablo II sobre los retos del obispo, que señalan que «ante esa situaciones de injusticia y muchas veces sumidos en ellas, que abren inevitablemente la puerta del conflicto y la muerte, el obispo es defensor de los derechos del hombre creado a imagen y semejanza de Dios».

Monseñor Porras señaló además el «Referendo Revocatorio» como la vía democrática «idónea para restablecer la concordia en la convivencia nacional».

«Relegitimar los poderes públicos y abrir espacios políticos para un futuro donde quepamos todos los venezolanos, sin excepción, es la esperanza de la mayor parte de la población», afirmó.

Exhortando a que «no nos dejemos llevar por la fatalidad de que tenemos que aceptar la intolerancia, la exclusión, el odio y la violencia, como la única forma de vivir», el presidente del episcopado venezolano convocó finalmente a todos los católicos a una «sistemática campaña por la reconciliación» y solicitó a las instituciones educativas vinculadas a la Iglesia intensificar «su trabajo específicamente evangelizador».

Por su parte, el nuncio apostólico en Venezuela, el arzobispo André Dupuy, hizo un llamamiento a la sociedad en general para que contribuya a mantener la paz y la concordia en todo el país.

«El diálogo político consiste en hacer del otro un prójimo. Las diferentes fuerzas políticas deben compartir su responsabilidad con la verdad y la justicia», resaltó.

El próximo sábado, los prelados de Venezuela tienen previsto trasladarse a la ciudad de Guanare (Estado de Portuguesa), al Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, para clausurar el año de celebraciones en honor a la Patrona de Venezuela.