La lección del cardenal Rossi: El nacionalismo exasperado sólo trae sangre

Exequias presididas por el Papa del primer presidente del Consejo Pontificio para los Laicos

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 13 febrero 2004 (ZENIT.org).- De la violencia y del nacionalismo exasperado sólo puede surgir sangre, constató Juan Pablo II este viernes en la celebración de las exequias por un cardenal que vivió en primera persona el horror de la Segunda Guerra Mundial en Alemania.

Aquella experiencia, recordó el Santo Padre, cambió la vida del cardenal Opilio Rossi, quien falleció el lunes pasado a los 93 años de edad en una clínica de Roma tras una larga enfermedad.

En la homilía de la celebración eucarística, el pontífice trazó la biografía de este cardenal nacido en Nueva York en el seno de una familia italiana, y que en los años setenta se convirtió en el primer presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, del que era miembro el cardenal Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia.

Recordando la vida de su amigo, el pontífice se detuvo en particular en las lecciones que sacó el cardenal Rossi cuando entre 1940 y 1945 era asistente del nuncio apostólico Cesare Orsenigo, en la representación pontificia de Berlín.

Se entregó «a favor de muchos hermanos que sufrían, infundiendo en ellos valor y alimentando en ellos la fe de la esperanza cristiana», recordó el Papa.

«Fue una experiencia enriquecedora de humanidad y de solidaridad hacia los más débiles. Esta experiencia trató de transmitirla después a las nuevas generaciones a lo largo de su existencia», recordó el Papa.

«Estaba convencido de que los jóvenes tenían que sacar de la historia del siglo XX una importante lección: del odio, del desprecio de los demás, de la violencia, del nacionalismo exasperado, sólo manan lágrimas y sangre».

El Papa presidió la misa en el altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro del Vaticano, celebrada por el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, junto a los cardenales presentes en Roma.

El cardenal Rossi fue nombrado presidente del Consejo Pontificio para los Laicos y del Comité Pontificio para la Familia (que luego se convertiría en Consejo Pontificio) por Pablo VI, después de haber sido nuncio apostólico en Ecuador Chile y Austria.

Juan Pablo II le nombró presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales de 1983 a 1990. Era presidente emérito de la Comisión cardenalicia para los Santuarios Pontificios de Pompeya, Loreto y Bari, en Italia.

El Colegio cardenalicio se compone ahora de 192 purpurados, de los cuales 129 son electores, pues no han cumplido los ochenta años.

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ZENIT Staff

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