Los obispos de América invitan a la familia a responder a su identidad y misión

SAN ANTONIO (TEXAS), martes, 2 marzo 2004 (ZENIT.org).- Iglesia doméstica, santuario de la vida, sal de la tierra, luz del mundo y buena noticia entre los hombres: así es la familia, y a esta identidad debe responder, exhortan los obispos católicos de América.

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Así se desprende del mensaje «¡Familia, sé lo que eres!», fruto del XXXII encuentro anual –celebrado en San Antonio (Texas) el pasado febrero— en el que participaron miembros de las conferencias episcopales de Canadá, los Estados Unidos y Latinoamérica.

«Todo el Continente Americano sufre un profundo cuestionamiento acerca de los fundamentos de la sociedad en general y, en particular, de su unidad fundamental, la familia», que se enfrenta a «desafíos cada vez mayores», constatan los obispos en su mensaje.

«El matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer para toda la vida –explican los prelados–. Cuando una familia está fundada en el sacramento del matrimonio, ésta se introduce en la alianza eterna de Dios».

En este contexto, «la familia, como “Iglesia doméstica” tiene la misión de ser la principal educadora de los hijos», reflejando «la ternura, la fidelidad y misericordia de Dios» «en primer lugar para los niños, pero también para toda la humanidad».

Para que esto sea una realidad y la familia sea verdaderamente «una casa de Dios» «es necesario que los padres den lugar al Espíritu de Dios en el corazón de su familia».

La familia también es «santuario de la vida», reconocen los obispos de América. Al acoger «a los hijos como un don de Dios –explican–, la familia realiza su misión como unidad fundamental de la sociedad y de la Iglesia».

«Aún cuando la familia esté herida o debilitada a causa de alguno de sus miembros, la familia sigue siendo –tanto para los hijos como para sus padres– el primer lugar donde pueden encontrar acogida, renovación, seguridad emocional y amor», constatan.

Pero la familia además es «sal de la tierra y luz del mundo», porque a través de la «creatividad del amor» hace presente el amor compasivo de Cristo. Por eso, si es fiel a su misión, la familia «sabe crear nuevas formas de solidaridad» y «siguiendo a Jesús en el transcurso de su vida cotidiana, va transformando el mundo con mucha sencillez y humildad».

Además, «cuando los padres –a pesar de sus problemas, de sus imperfecciones y debilidades– escogen la bondad y no la agresión, la ternura y no la violencia, el perdón y no la amargura, proclaman la victoria del amor, la victoria de la Cruz del Señor», admiten los prelados.

Entonces «los miembros de la familia se hacen testigos de la increíble novedad de Cristo, en quien el amor ha triunfado sobre la muerte de una vez para siempre»

En esto consiste el misterio de la vida de familia, y «esto no es sólo un desafío y una aventura, esto es “Buena Noticia”», expresan.

«El matrimonio y la familia son una buena noticia», y en ella «se manifiesta la gratuidad del Amor de Dios, a través del amor entre los esposos y la alegría que da el don de los hijos –prosiguen los obispos católicos de América–. Éstos se convierten así en una alegre noticia para sus padres y para la comunidad».

Por todo lo anterior, los obispos animan «a las parejas a celebrar el sacramento del matrimonio, que une permanentemente a un hombre y una mujer, y a construir la vida de familia en el proyecto de Jesús».

Los prelados también desean ayudar a las familias «a tomar conciencia de que son una verdadera Iglesia doméstica, cuyos miembros han de asumir la responsabilidad de convertirse en testigos del Evangelio de la vida».

Por ello, «la Iglesia Católica está presente y acompaña a las parejas desde la preparación a la vida matrimonial y a lo largo de toda la vida».

En este contexto, los prelados católicos de América ven «necesario capacitar más a los obispos y a todos los agentes pastorales –presbíteros, religiosos y laicos–» para realizar este acompañamiento, que debe ayudarse y mejorarse «con equipos de laicos profesionales».

«En el Continente Americano, desde Canadá hasta la Patagonia argentina, en medio de una gran diversidad cultural, afirmamos el valor y la importancia de la familia –se lee en el documento–. En el corazón de cada pueblo y cultura, la familia es también el “camino de la Iglesia”».

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ZENIT Staff

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