CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 8 marzo 2004 (ZENIT.org).- El fenómeno de las modernas sectas requiere emprender una «obra de nueva evangelización fuerte y valiente» que lleve a todo ser humano al encuentro con Jesús y a experimentar «la ternura y la misericordia divina», exhortó Juan Pablo II el sábado pasado.
«Escuchar y seguir a Cristo»: es la experiencia que el Santo Padre propuso hace 25 años con la publicación de su primera encíclica —«Redemptor hominis»— y que ha querido recordar al presidir en el Aula Pablo VI del Vaticano la Eucaristía para los fieles de las parroquias romanas de Santa Brígida de Suecia, San Ilario de Poitiers y San Máximo obispo.
Con la visita del sábado de estas tres comunidades del oeste de la capital italiana, se eleva a 310 el número de parroquias de Roma con las que el Papa, con solicitud como obispo de la diócesis, ha mantenido encuentros.
En su homilía el Papa constató que la zona de Palmarola, a la que pertenecen las tres comunidades parroquiales, también está difundido «lamentablemente el fenómeno de las modernas “sectas”», que «intentan hacer presa especialmente en los que se encuentran en dificultades y soledad».
«Es necesario en este contexto –exhortó Juan Pablo II– emprender una obra de nueva evangelización fuerte y valiente» y que «Jesús, centro el cosmos y de la historia, se encuentre con todo ser humano».
«Anunciar a Cristo –explicó– es hacer experimentar a cada uno, pero especialmente a quien sufre de pobreza espiritual y material, la ternura y la misericordia divina».
En esta línea, propuso a las tres parroquias que acudieron al Vaticano «convertirse en lugares de acogida y de solidaridad». Además recordó que las parroquias deben ser «escuelas de educación a la fe auténtica, conscientes de ser custodios de un gran tesoro que no es lícito malgastar, sino que hay que acrecentar continuamente».
El Santo Padre pidió asimismo que la Eucaristía esté «en el centro de todo proyecto pastoral», porque aquella «construye la Iglesia como auténtica comunidad del Pueblo de Dios y siempre la regenera sobre la base del sacrificio de Cristo mismo».
«A la Eucaristía os invito a hacer referencia sobre todo a vosotras, queridas familias –subrayó–, llamadas a acompañar a vuestros hijos en los caminos de preparación a los sacramentos de la iniciación cristiana y a seguirlos en la adolescencia y en adelante, para que, creciendo, ellos lleven fielmente a cumplimiento la misión que Dios les ha reservado».
«Sé que vuestras parroquias no poseen aún, para sus actividades pastorales y sociales, estructuras adecuadas», dijo el Papa a los fieles que llenaron el Aula Pablo VI.
«Con todo, que ello no os impida hacer resonar con vigor en todo rincón de Palmarola el anuncio de que Jesús sale al encuentro del hombre, también de nuestro tiempo, con las mismas palabras: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”», concluyó.