En México la información sobre la sexualidad, la anticoncepción, el no reconocimiento de la existencia plena del ser humano desde la concepción, la manipulación de embriones, el aborto, la reproducción asistida, se ha abierto sin control en los últimos años, conforme la apertura democrática del país ha ido avanzando.
<br> Esto ha traído consigo una situación de confusión donde se corre el peligro «de hacernos experimentar la tentación de dudar del esplendor de la verdad que nos enseña la Sagrada Escritura acerca de la vida del ser humano», han dicho en su Mensaje los obispos mexicanos.
El Departamento de Vida de la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar, encabezada por los obispos de Matehuala y Toluca, Rodrigo Aguilar Martínez y Francisco Javier Chavolla Ramos, respectivamente, ha emitido este Mensaje bajo el título «Creo y Amo», donde desde la fe como punto de partida se reflexione sobre la dignidad natural e inviolable de todo ser humano.
Basándose en el Magisterio del Papa Juan Pablo II y de cara al mensaje de Cuaresma que invita a «hacernos como niños» y a defender el futuro de los más pequeños de la familia humana, los obispos de México invitan a defender la vida con generosidad, confortados por el Evangelio, para enfrentar a la cultura relativista, que quiere presentar el mensaje de la Iglesia «como una opinión solo religiosa, queriendo insinuar con ello que no tiene nada que ver con la ciencia, o que la fe y la razón se contradicen y excluyen mutuamente».
Pero no es así –agregan los obispos mexicanos en su Mensaje– pues «el Misterio de la Encarnación que ilumina nuestro Día de la Vida, nos anuncia la buena nueva de que el Hijo de Dios ha asumido y consagrado todo el proceso de la vida humana, desde la concepción o fecundación, hasta la muerte», «Jesucristo ha redimido a toda la persona, en todas sus dimensiones», «Él ha llevado a la plenitud los mandamientos que son un camino para la vida y la felicidad».
Los prelados concluyen su mensaje haciendo una invitación «a profesar, con firmeza y generosidad, que creemos en la vida, en su belleza y bondad» y «a asumir, como personas, comunidades, parroquias y diócesis nuestro compromiso coherente hacia la sacralidad de la vida, promoviendo iniciativas pastorales para esta ocasión»; al tiempo que piden a los fieles una profesión de fe y amor profunda –a través de Santa María de Guadalupe, protectora y servidora de los esposos, Reina de la Familia e Icono de la Vida– para ser verdaderos constructores de la cultura de la vida en México.