ROMA, domingo, 21 marzo 2004 (ZENIT.org).- El microcrédito puede ser un instrumento internacional de lucha contra la pobreza, constató el Congreso organizado la semana que acaba de concluir por Cáritas en Italia.
El encuentro ha servido para analizar las perspectivas de esta iniciativa, surgida en 1976, en Bangladesh, por iniciativa de Muhammed Yunus, fundador de la Grameen Bank.
Según datos presentados en el congreso, recogidos por «Radio Vaticano» en su informativo internacional de este domingo, quince millones de personas se benefician en estos momentos del microcrédito.
En el congreso de Cáritas, se expresó el objetivo de las instituciones comprometidas en promover el microcrédito de lograr que, en el próximo año, cien millones de familias, en especial las mujeres, puedan beneficiarse de este servicio de pequeños préstamos para emprender pequeñas iniciativas comerciales.
Marco Santori, presidente de Etimos, consorcio financiero presente en treinta países, en especial América Latina y África, en declaraciones a la emisora pontificia, afirmaba: «el acceso al crédito es un derecho de las personas que tienen el deseo de definir su propio futuro».
Con esta ayuda, añade, estas personas pueden definir «el modelo de desarrollo en el que quieren crecer».
«Por desgracia, el sistema financiero impone reglas de exclusión», comenta Santori. «Poblaciones de Centroamérica o africanas no son capaces de autodeterminar el propio proceso. El microcrédito quiere ser un instrumento entre otros muchos para dar dignidad a estas poblaciones».
Cecilia Graiff, de Cáritas italiana, responsable del proyecto de microcrédito Lhuwuka, en Mozambique, ilustró una de estas iniciativas, que hoy ayuda a unas cien mujeres en una parroquia de las afueras de Maputo.
«Se comenzó pensando en el proyecto tras haber hecho un análisis de la situación con un grupo de viudas de una parroquia. Del análisis surgió la tendencia de la mujer africana al pequeño comercio y la necesidad --para emprender estas actividades-- de financiación, apoyo y formación», revela Graiff.
«Tras un primer proyecto piloto, que involucró a veinte mujeres, la comunidad ha abierto ahora el proyecto a todas las mujeres, no sólo a las viudas. Con el microcrédito se ha constatado que ha aumentado la autoestima de estas mujeres», concluye la voluntaria de Cáritas.
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Mar 21, 2004 00:00