LAGOS, miércoles, 5 mayo 2004 (ZENIT.org).- Los enfrentamientos que tienen lugar en estos día en Nigeria no pueden ser considerados como un conflicto religioso o como un genocidio, aclara el obispo local.
«Hablar de genocidio no es correcto, no se trata una acción programada y planificada para eliminar a un grupo particular: se trata de un ajuste de cuentas, de una guerrilla que tiene lugar desde hace tiempo, y que es alimentada por ambas partes», revela monseñor Ignatius Ayau Kaigama, obispo de Jos, en declaraciones a la agencia misionera MISNA.
El prelado comenta así las declaraciones de uno de los máximos exponentes del mundo musulmán nigeriano, Abdulkadir Orire, sobre los enfrentamientos que tienen lugar entre grupos armados pertenecientes a una etnia de agricultores sedentarios (Tarok) y a una de pastores nómadas (Fulani) desde el domingo pasado en la pequeña localidad de Yelwa, provincia de Jos, capital del Estado de Plateu.
Según Abdulkadir Orire, en los enfrentamientos habrían muerto unas trescientas personas, pero la cifra no ha sido verificada.
«El término genocidio ha sido utilizado mal, y es un error seguir hablando de estos enfrentamientos como fruto de tensiones religiosas», añadió el obispo.
«No hay nada de religioso en estas violencias –subraya–. Con frecuencia, estos enfrentamientos comienzan por una venganza por el robo de cabezas de ganado o por la muerte de un miembro de un grupo quizá a causa de una pelea».
«Es importante recalcar que las relaciones entre los cristianos y musulmanes no son tan tensas como se quiere dar a entender. Como máximo representante de la Iglesia en Jos tengo una óptima relación de amistad personal con el líder musulmán local», revela.