ROMA, sábado, 39 mayo 2004 (ZENIT.org).- Algunos puntos de vista expresados por estudiosos católicos en torno a la enseñanza de la Iglesia sobre la guerra y la postura de Juan Pablo II pueden haber sido poco precisos, dice el cardenal James Francis Stafford.
En una entrevista concedida a Zenit, el cardenal norteamericano criticaba algunas opiniones que han emergido en los actuales debates sobre la guerra en Irak. El cardenal es el penitenciario mayor de la Penitenciaría Apostólica, un tribunal de la Santa Sede, y antes ha sido arzobispo de Denver.
Las opiniones presentadas por algunos estudiosos católicos han llamado la atención sobre cuestiones clave como: ¿Hay una presunción en contra de la guerra en la enseñanza católica? ¿Qué quiere decir el Papa cuando habla de intervención humanitaria? ¿Cuál es la postura de la Santa Sede sobre las Naciones Unidas, una organización que con frecuencia se opone a la enseñanza católica?
El cardenal Stafford ha respondido en particular a los comentarios hechos por los estudiosos George Weigel y James Turner Jonson en una conferencia en Roma el pasado abril.
Weigel preguntaba: «¿Es la posición de la Iglesia católica sobre el uso moralmente legítimo de la fuerza armada – si esa posición se manifiesta en el testimonio personal del Papa, la diplomacia de la Santa Sede, o la «postura por defecto» que se encuentra en las agencias importantes del Vaticano – una forma de pacifismo funcional, una forma de pensar que asume el aparato intelectual de la tradición de la tradición de la guerra justa en el razonamiento moral, pero que nunca traspasa la línea en la oposición al uso de la fuerza armada?».
«Puede parecer que los últimos acontecimientos justifican una respuesta positiva a esta pregunta», afirmaba Weigel. «Pero entonces, ¿qué se puede pensar de la insistencia de Juan Pablo II en un «deber» de «intervención humanitaria» que incluiría el uso de la fuerza armada proporcionada y discriminada, en los casos de un genocidio inminente o real?».
A estas preguntas, el cardenal Stafford respondía: «El Papa no habla primero de intervención humanitaria sino de asistencia humanitaria».
«En su Mensaje para el Día Mundial de la Paz del 2000, el Papa habló del derecho de «asistencia humanitaria»», afirmaba el cardenal. «Habló de esto dentro del contexto de «los conflictos armados que tienen lugar dentro de los estados… En su mayor parte, tienen su raíz en motivos históricos de muchos años de carácter étnico, tribal o incluso religioso, a los que hay que añadir hoy en día, otras causas ideológicas, sociales y económicas. Estos conflictos internos, emprendidos generalmente con el uso a gran escala de armas de pequeño calibre y de las así llamadas «armas ligeras» – armas que de hecho son extraordinariamente letales- suelen tener graves consecuencias de que se extiendan más allá de las fronteras del país en cuestión, implicando intereses y responsabilidades exteriores».
«En primer lugar, el Papa habla de ayuda humanitaria», continuaba el cardenal Stafford. «Describía esto como «el valor preeminente de la ley humanitaria y el consecuente deber de garantizar el derecho a la ayuda humanitaria a los civiles y refugiados que sufren». Insistía luego en la grandísima importancia de continuar negociando en tales conflictos.
«Posteriormente el Papa habla de la intervención humanitaria. Dice, «cuando la población civil corre peligro de sucumbir ante el ataque de un agresor injusto y los esfuerzos políticos y los instrumentos de defensa no violenta no han valido para nada, es legítimo, e incluso obligado, emprender iniciativas concretas para desarmar al agresor»».
«Por lo que el contexto de la intervención humanitaria es: ¿Cómo se logra ayudar a la gente que está siendo oprimida por un conflicto interno dentro de un estado determinado?», observaba el cardenal. «La interpretación de George Weigel de la enseñanza del Papa sobre la intervención humanitaria está excesivamente abreviada e incluso resulta engañosa en lo que omite».
«Weigel dice que considera que tal intervención podría incluir el uso de la fuerza armada proporcionada y discriminada en casos de genocidio inminente o real», afirmaba el cardenal Stafford.
«Encuentro curioso que no haga mención de los calificadores inmediatos del Papa en relación a la decisión de una «intervención humanitaria», que son graves y específicos», añadía. « «(Estas medidas) han de estar circunscritas en el tiempo y deben ser concretas en sus objetivos, de modo que estén dirigidas desde el total respeto al derecho internacional, garantizadas por una autoridad reconocida en el ámbito supranacional y en ningún caso dejadas a la mera lógica de las armas»».
Continuaba el cardenal: «El principal calificador es que «habrá que hacer un mayor y mejor uso de lo que prevé la Carta de las Naciones Unidas». Esto es importante, son los calificadores que no mencionan ni Weigel ni Turner, es decir, se debe respetar la ley internacional, se debe implicar a esta organización internacionalmente reconocida».
En un documento de 1983, la conferencia episcopal de Estados Unidos sostenía que la doctrina católica contiene una «presunción en contra de la guerra».
Johnson y Weigel afirman que los obispos de Estados Unidos han falsificado la tradición católica de la guerra justa al proclamar que comienza con una «presunción en contra de la guerra», de manera que «la función de los criterios de la guerra justa es dar la vuelta a la «presunción en contra de la guerra»».
A esto, el cardenal Stafford respondía: «La enseñanza del Papa en su mensaje del año 2000 equivale al significado de la frase de «presunción en contra de la guerra» de los obispos de Estados Unidos: «Con la guerra, la humanidad es la que pierde. Sólo desde la paz y con la paz se puede garantizar el respeto de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables. Frente al escenario de guerra del siglo XX, el honor de la humanidad ha sido salvado por los que han hablado y trabajado en nombre de la paz… Ejemplos luminosos y proféticos nos han dado quienes han orientado sus opciones de vida hacia el valor de la no-violencia»».
«Se debe observar», afirmaba el cardenal Stafford, «que el Papa pone explícitamente su elección enfática a favor de la paz en contra de la perspectiva de guerra total del siglo XX, no en contra de los conflictos tribales del norte de África en el siglo V, cuando San Agustín hizo la primera exposición de los criterios de la guerra justa. Creo que hay que mirar la declaración de los obispos a la luz del aborrecimiento del Papa por la guerra y cuando dice que es una derrota para la humanidad.
«El mismo Papa está construyendo sobre la experiencia del siglo XX y modificando, según lo percibe él, los criterios de la guerra justa. Agustín no habla tan claro como lo hace el Papa, «la guerra es una derrota para la humanidad»».
El cardenal continuaba: «Creo que hay una evolución a la luz no sólo de Juan Pablo II sino también de Benedicto XV, en su propuesta de plan de paz de 1917, que fue rechazada por los aliados, y de Juan XXIII en 1963 en contra del contexto de guerra total que se había visto en Nagasaki, Hiroshima, Dresde… que es la indiferencia máxima hacia la población civil».
«Esto no lleva a un pacifismo funcional sino a una presunción en contra de la guerra preventiva», afirmaba el cardenal Stafford. «El Papa está diciendo que debemos agostar todo medio posible, incluyendo a la ONU, antes de que se pueda superar esta presunción. No creo que esto se vea acentuado por argumento neoconservadores».
El énfasis del Papa en el papel de la ONU en el derecho internacional lo contradicen los conservadores que afirman que las Naciones Unidas son una organización ineficiente, incapaz de llevar a cabo sus mandatos y, peor, que apoya políticas que
se oponen directamente a la enseñanza de la Iglesia católica.
Johnson llama a las Naciones Unidas «ineptas». Weigel afirma que es sorprendente que el apoyo de la Santa Sede a la organización «se haya intensificado al mismo tiempo que la ONU y sus agencias filiales han adoptado políticas con respecto al aborto, la familia y la respuesta apropiada a la pandemia de SIDA en África, que se oponen a la enseñanza moral de la Iglesia católica».
El cardenal Stafford admitía que él también se muestra «disconforme» por algunas posturas de las Naciones Unidas. Pero afirma que es un «tema diferente».
«El Papa en varios mensajes con motivo del Día Mundial de la Juventud ha puesto de relieve la importancia de no simplemente confiar en las Naciones Unidas como existen ahora, sino de realzar sus capacidades para lograr la paz», declaraba el cardenal. «De hecho, vivimos en un mundo en que la única autoridad importante reconocida internacionalmente es la ONU».
«Estoy convencido de que la Santa Sede debe discernir críticamente el papel de las organizaciones no gubernamentales que son activistas muy fuerte de posiciones antifamilia, antivida, anticoncepción, pro aborto y pro-gays, posiciones que la ONU ha adoptado o hacia las que parece moverse. Pero esto es un tema diferente y creo que hay importantes aliados por todo el mundo que trascienden las culturas, incluyendo a las naciones islámicas, en los que la Santa Sede y los pueblos católicos y cristianos pueden confiar en cuanto a estas materias».
«Estamos viviendo en una situación moral muy ambigua en la que tanto el trigo como la cizaña están creciendo juntos y ya se sabe lo que Jesús dijo sobre esto: Déjalos crecer juntos», afirmaba el cardenal Stafford.
«¿Hasta cuándo toleraremos esto?», preguntaba. «Todavía no ha llegado el momento de decir que debemos desechar el apoyo de la Iglesia a las Naciones Unidas sobre la base de las posturas morales que está adoptando sobre los temas de la familia, el matrimonio y la vida».
Finalmente, el cardenal Stafford precisaba un elemento importante de la enseñanza católica sobre la guerra, mencionado por Juan Pablo II en repetidas ocasiones, que ha sido ignorado en los debates sobre el tema.
«Nadie ha mencionado el principal y repetido tema del Papa en la mayoría de sus mensajes para el Día Mundial de la Paz, al menos desde el 2001, de la necesidad absolutamente fundamental del perdón», afirmaba el cardenal. «El Papa Juan XXIII habló de él en 1963 cuando dijo que un programa de paz se basa «en el Evangelio de la obediencia a Dios, la misericordia y el perdón». Gran parte de los mensajes para el Día Mundial de la Paz desde 2001 se ha dedicado al perdón y la reconciliación.
«Nadie está hablando de que la comprensión y la práctica del perdón cristianas sean únicas. Sería importante estudiar el concepto musulmán de perdón. No parece ser un tema central, aunque las suras, las divisiones del Corán, se abren con la hermosa fórmula invocacional, «en el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo». La compasión y la misericordia a un Dios que perdona, y los musulmanes mencionan el perdón en algunas de sus oraciones».
El cardenal Stafford continuaba: «El Papa pone un gran hincapié en el perdón como condición para la paz – perdón de un ser humano a otro, y no sólo éste, sino también el de una sociedad a otra: es decir, perdonar el entero pasado de las cruzadas o de las naciones del Este de Europa, los Balcanes, antes de Viena. El perdón de todo esto, no es sólo individual, sino también social y cultural. ¿Cuánto de esto suena realmente como verdadero en la fe musulmana? ¿Qué papel tiene el perdón?».
«La religión musulmana rechaza la idea de redención», observaba el cardenal. «Los musulmanes rechazan la idea de la redención porque desean poner el énfasis en la responsabilidad humana por los propios pecados. Y uno debe, de manera pelagiana, abrirse totalmente a la misericordia de Dios. Pero no parece hacerse mucho énfasis en el elemento horizontal del perdón».
«¿Hay algo en la religión musulmana que fuera paralelo a la posición central dada al perdón en nuestro Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden»? Jesús insiste en la conexión esencial entre el perdón vertical y el perdón horizontal».
Continuaba el cardenal: «Sería útil tener un diálogo basado en las enseñanzas del Santo Padre desde el 2001, volviendo al santo Juan XXIII en 1963, sobre que el fundamento de la paz de hoy ha de ser el perdón, la reconciliación—y su resonancia en la tradición religiosa islámica».
Y añadía: «Ninguno de los participantes incluidos en el diálogo que he leído en First Things, entre el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, y George Weigel habla de la centralidad de la enseñanza del Papa sobre el perdón y la reconciliación como condición para la paz – o más bien como una manera creativa de generar la paz internacional».
Por Delia Gallagher, colaboradora de Zenit y corresponsal del canal de televisión CNN en Roma.