Si bien el encuentro tuvo lugar el 26 de junio, la Santa Sede ha publicado este viernes el discurso que el pontífice les dirigió en inglés.
«Compartís una tradición en la que la llamada de Cristo a ser discípulos suyos halla respuesta en la vida común en el Espíritu y en el testimonio diario del precepto evangélico del amor», comenzó explicando el Papa.
«Los cristianos necesitan siempre escuchar de nuevo la llamada radical a la santidad, que es el fulcro del mensaje de nuestro Salvador», añadió.
«Vuestro testimonio de ese mensaje --reconoció el Santo Padre-- se refleja de manera especial en el respeto por la Creación y en el compromiso profundo en la defensa del carácter sacro de toda vida humana».
El obispo de Roma aseguró que reza «para que los contactos con la Iglesia católica, que estáis fomentando, se traduzcan en mayor comprensión, respeto y cooperación».
En el encuentro, los representantes de las Comunidades del Bruderhof estaban guiados por el anciano Johann Christof Arnold.
En una declaración posterior, el anciano Arnold ha explicado que «no hay duda de que muchos de los anabaptistas sufrieron por la persecución y murieron a manos de los oficiales eclesiásticos medievales. Pero el resentimiento entre estos dos grupos de cristianos, que ha persistido por siglos, se opone a las enseñanzas del evangelio de perdonar, amar y orar por los enemigos».
«Por esta razón durante la década pasada he promovido el diálogo con la Iglesia católica», añade.
«He leído mucho acerca del Papa Juan Pablo II y de sus escritos, y siempre me impresionó su valiente testimonio por la paz mundial, la santidad de la vida a su comienzo y a su fin, y su afán inagotable para fortalecer y proteger a la familia como parte inviolable del orden de Dios», confiesa el anciano.
Al revelar detalles de la audiencia en el Vaticano, Arnold explica que «yo había preparado una declaración de parte de nuestras doce comunidades del Bruderhof para agradecer al Papa su persistente y valiente llamado para seguir las enseñanzas de Jesús, especialmente las perteneciente a la santidad del matrimonio y a la familia».
«Como él, nosotros creemos que la salud de una cultura depende de la salud de sus familias --aclara--. Y como él, nosotros hemos luchado con determinación y sin transigir en la guerra contra la cultura de la muerte, tanto en lo obvio (la guerra en Irak y la violencia en Oriente Medio ) como en lo insidioso ("la guerra muda" del aborto)», subraya.
«Al final, abandoné mi mensaje preparado y le hablé como a un hermano --en alemán, un idioma que conoce muy bien-– y sencillamente expresé nuestra gratitud por su fe, su valor y su testimonio y le prometí nuestras oraciones continuas y nuestro apoyo», recuerda.
«Nuestra audiencia con el Papa era necesariamente corta, pero a pesar de su debilidad, no cabía duda de su aprecio por nuestras palabras ni de la calidez de su reacción --explica dirigiéndose a los miembros de las comunidades--. El mensaje que nos dirigió expresa el aprecio por nuestras crecientes relaciones con la Iglesia católica, y la esperanza que tiene el Papa por el continuo entendimiento, el respeto mutuo, y una cooperación más intensa. Nos sentimos en la presencia de un hombre de Dios y el simple hecho de estar con él nos fortaleció».
«Se va acabando el tiempo del Papa Juan Pablo II, solo Dios sabe cuanto más tiempo tendrá para guiar a la iglesia católica --concluye--. Cuando ya se haya ido, el mundo habrá perdido una voz significativa e importante, una voz que ha amonestado, alentado y guiado por más de veinte años. Su llamado a la paz mundial, su aliento y su amor por las familias y los jóvenes alrededor del mundo, serán extrañados».
Fundadas en Europa, en 1920, las Comunidades del Bruderhof están presentes en Estados Unidos, Alemania y Australia con algo más de 2.500 miembros.
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Jul 02, 2004 00:00