HONK KONG, viernes, 9 julio 2004 (ZENIT.org).- Desde el jueves el gobierno de Hong Kong cuenta con una nueva ley que, según alerta la diócesis, reducirá la influencia de la Iglesia en la educación y minará el sistema educativo en su conjunto.
La «Education (Amendment) Bill 2002» fue aprobada tras dos días de debate por 29 votos a favor (de liberales y miembros pro-Pekín) y 21 en contra (de miembros pro-democracia) en el «Legco» o parlamento del territorio.
En cuanto se conoció la aprobación, la diócesis de Hong Kong difundió una declaración en la que se manifiesta el dolor de la Iglesia local por la decisión, dado que la nueva ley destruirá el sistema educativo de Hong Kong, cita «AsiaNews».
En cualquier caso la diócesis afirma que continuará llevando adelante sus responsabilidades educativas hasta el día en que sea obligada a retirarse del sistema de educación.
La víspera del debate en el Legco, el 6 de julio, monseñor Joseph Zen Ze-kiun, obispo de Hong Kong, se reunió junto a medio millar de católicos fuera del edificio en una vigilia de oración, pidiendo a los parlamentarios que votaran en contra de la ley.
Ya el pasado mayo el prelado se había dirigido por escrito al parlamento del territorio advirtiendo que sería «irresponsable» poner en marcha una ley sin aclarar todas las «ambigüedades» presentes en el texto normativo.
En 2000, el gobierno de Hong Kong introdujo la «Education (Amendment) Bill 2002» que requiere que toda escuela sostenida económicamente por el gobierno forme un comité organizativo de la escuela («School Management Commitee», SMC) –compuesto de estudiantes, padres, profesores y representantes de la sociedad– con valor legal independiente del de las instituciones educativas («School Sponsoring Bodies», SSB) –los responsables de la escuela–. Según el gobierno, ello permite una mayor transparencia y una mejor democracia.
Actualmente existen ya los SMC, pero responden a los SSB y no al gobierno. Varios SSB, sobre todo cristianos –católicos, anglicanos y metodistas–, han afirmado que las directivas ya existentes ofrecen suficiente transparencia y democracia en la organización escolar.
En la carta dirigida al Legco, el prelado denunciaba que con la ley la autoridad del gobierno se incrementaría «a través de una descentralización del SSB, alterando de manera radical un sistema educativo eficaz que goza de la admiración de la comunidad internacional».
El hecho de que la nueva ley disminuya el poder de gestión de los SSB –según han constatado numerosos educadores y el propio obispo Zen— hace que la propia educación católica esté amenazada.
Monseñor Zen acusó a la nueva ley de ser contraria a la «Basic Law», una especie de Constitución de Hong Kong –ratificada por Pekín— en vigor desde el fin de la dominación británica según la cual durante 50 años no se pueden modificar las estructuras sociales básicas del territorio.
Por ello se declaró dispuesto a demandar al gobierno por violación de la «Basic Law» si aprobaba la nueva ley de educación (Cf. Zenit, 6 de julio de 2004), porque según el artículo 141 de aquella, las organizaciones religiosas pueden continuar dirigiendo instituciones escolares con las modalidades en uso antes de 1997.
La Iglesia católica y la protestante están presentes con sus escuelas desde la mitad del siglo XIX, antes aún de que el gobierno británico pusiera en marcha un sistema educativo moderno en la isla de Hong Kong. A continuación, las comunidades cristianas se convirtieron en «socios» en la educación junto al gobierno.
Supliendo las carencias del entonces gobierno de la isla, grupos cristianos abrieron escuelas, pusieron en marcha programas y contrataron personal para ofrecer educación. Sólo después de los años ’50 el gobierno empezó a sostener económicamente algunas de estas escuelas y a imponer ciertos criterios y normas.
Con unos 320 centros, las escuelas de inspiración cristiana representan la mitad de las de la ciudad de Hong Kong.
Las escuelas, institutos y colegios universitarios que gestiona la diócesis de Hong Kong en todo el territorio –más de tres centenares– están reconocidos como de la más alta calidad. De hecho, las personalidades más conocidas en el entorno cultural, político y económico se han formado en escuelas católicas.